Cautivada por ti- Crossfire 4
Portada
Dedicatoria
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Agradecimientos
La historia continua...
Créditos
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Este libro está dedicado atodos los lectores
que han aguardado pacientemente este nuevo capítulo
de la vida de Gideon y Eva.
¡Espero que os guste tanto como a mí!
1
Miles de agujas de agua helada aguijoneaban mi piel caliente, los pinchazos ahuyentaban las
sombras que aún persistían de una pesadilla que no podía recordar del todo.
Cerré los ojos y me sumergí bajo el chorro de la ducha, deseando que el temor ylas
náuseas que aún sentía desaparecieran por el desagüe que tenía a los pies. Noté un escalofrío y
mis pensamientos viajaron hacia mi esposa. Mi ángel, que dormía tranquilamente en el
apartamento de al lado. La deseé con desesperación, quería perderme dentro de ella y odié no
poder hacerlo. No podía tenerla cerca. No podía arrastrar su exuberante cuerpo debajo del mío
y sumergirme en éldejando que sus caricias espantaran mis recuerdos.
—Joder.
Apoyé las manos sobre los fríos azulejos y absorbí la baja temperatura de aquel castigo en
forma de diluvio hasta que penetró en mis huesos. Era un gilipollas y un egoísta.
Si hubiese sido mejor hombre, me habría alejado de Eva Cross nada más verla.
Pero, en vez de ello, la convertí en mi esposa. Y habría querido que la noticia denuestro
matrimonio fuera divulgada en todos los medios conocidos por el hombre, en lugar de
mantenerlo como un secreto entre unas cuantas personas. Y, lo que es peor, como no tenía
intención de dejarla escapar, debería buscar el modo de compensar el hecho de que yo estaba
tan jodido que ni siquiera podíamos dormir juntos en la misma habitación.
Me enjaboné, limpiándome rápidamente el sudorpegajoso con el que me había despertado.
Pocos minutos después, salía del dormitorio, donde me había puesto unos pantalones de
chándal antes de dirigirme a mi despacho de casa. No eran más que las siete de la mañana.
Había salido del apartamento que Eva compartía con su mejor amigo, Cary Taylor, apenas
un par de horas antes para dejar que durmiera un poco antes de que tuviera que ir a trabajar.Habíamos pasado la noche juntos, ambos necesitados y hambrientos el uno del otro. Pero
había habido también algo más, un deseo por parte de Eva que me carcomía y me inquietaba.
Algo preocupaba a mi esposa.
Dirigí la mirada hacia la ventana, hacia la vista de Manhattan al otro lado y, después, la
posé sobre la pared donde colgaban fotografías de ella y de nosotros dos en el despacho de mi
áticode la Quinta Avenida. Me imaginé el collage con claridad, pues en los últimos meses
había pasado innumerables horas estudiándolo. Mirar la ciudad había sido antes el modo en
que me encerraba en mi mundo. Ahora, lo conseguía mirando a Eva.
Me senté tras mi mesa, encendí el ordenador moviendo el ratón y respiré honda y
lentamente cuando el rostro de mi mujer invadió la pantalla. No llevabamaquillaje en aquella
fotografía del fondo de escritorio, y unas cuantas pecas claras sobre su nariz la hacían parecer
más joven que sus veinticuatro años. Mis ojos se deslizaron por sus facciones: la curva de sus
cejas, la claridad de sus ojos grises, sus labios carnosos. Durante los momentos que me
permití pensar en ello, casi pude sentir aquellos labios sobre mi piel. Sus besos eran como una...
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