cazadores de microbios -parafrasis
¿De qué estaría compuesta aquella sustancia blanca? Rasco de sus dientes una partícula de esta sustancia, la mezclo con agua pura de lluvia, mojo en ella un tubito, que coloco en la aguja del microscopio,cerro la puerta de su despacho y...
¿Qué era aquello que surgía de la penumbra gris de la lente hasta alcanzar una perfecta nitidez a medida que iba enfocando? Había un ser increíblemente delgado que saltaba en el agua del tubo “como el pez llamado sollo”; había una segunda especie que nadaba un poco hacia adelante, se revolvía de repente y después daba una serie de saltos mortales; había otrosseres, de movimientos mas perezosos, que parecían simples palitos muy pequeños y doblados, pero el holandés, a fuerza de mirarlos hasta que se le enrojecieron los ojos, consiguió verlos moverse. ¡Estaban vivos, no cabía duda! ¡Tenia en la boza una cosa de fieras! Había criaturas conformadas como retoños flexibles que iban de acá para allá con las majestuosa pompa de una presesión de obispos;había espirales que volteaban en el agua como sacacorchos agitados…
Todo lo que caía en sus manos, hasta su misma persona, era objeto de experimentación para este hombre. Cansado de observar aquellos animalitos, salio a dar un pase bajo los altos árboles que dejaban caer sus hojas amarillentas en los espejos oscuros de los canales. En esto se encontró un viejo, un tipo muy interesante. “Estabahablando con este viejo –escribió Leeuwenhoek a la Real Sociedad-, un viejo que lleva una vida muy sobria, que nunca bebe aguardiente, rara vez vino y no fuma, cuando por casualidad, me fije en sus dientes largos y descarnados, lo que me impulso a preguntarle cuanto tiempo hacia que no se los había limpiado. Me contesto que no se había limpiado los dientes en toda su vida…”
Inmediatamente se olvidode sus ojos cansado. ¡Vaya un parque zoológico que debía haber en la boca de aquel viejo! Llevo a su laboratorio a aquella sucia pero virtuosa victima de su curiosidad (esperaba, naturalmente, encontrar millones de bichos en aquella boca) pero lo que en particular quería comunicar a la Real Sociedad era esto: que la boca de aquel viejo daba refugió a una especie nueva de criaturas, que se escurríaentre las otras, doblando su cuerpo en graciosos bucles como una serpiente: ¡el agua del tubito parecía estar animada por aquellos seres pequeñísimos!
¿No es extraño que en las 112 cartas, Leeuwenhoek no hiciera la menor alusión al daño que esos animalitos podían causar al hombre? Los había encontrado en el agua potable, los había descubierto en la boca, años mas tardes los hallo en losintestinos de las ranas y de los caballos y hasta en sus propias defecciones; por montones los encontró en aquellas ocasiones en que, según decía, “me acometía una debilidad de vientre”, pero ni por asomo se le ocurrió pensar que aquellos animalitos pudieran ser la causa de su mal. De su falta de imaginación y de su cuidado en no hacer conclusiones precipitadas, pueden aprender mucho los modernoscazadores de microbios –si es que disponen de tiempo para estudiar los escritos de leeuwenhoek-, pues resulta que en estos últimos cincuenta años han sido denunciados miles de microbios como generadores de otras tantas enfermedades, cuando en la mayoría de los casos esos gérmenes han sido únicamente huéspedes casuales del cuerpo en la época en que éste enfermo. Leeuwenhoek tenia mucho cuidado en no...
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