Cazadores de Microbios
En 1831, treinta y dos años después de la muerte de Spallanzazani, la caza de microbios se hallaba estacionada se ideaban nuevosmicroscopios;pero nadie se había asomado a estos aparatos, nadie se preocupaba de demostrar al mundo que ciertos animalillos eran capaces de realizar una labor útil, como nunca la realizaría ninguna máquinadevapor; de que esos despreciables microbios pudieran matar misteriosa y silenciosamente millones de seres humanos: de que eran unos asesinos más temibles que la guillotina y los cañones. Pasteurfueenviado por su padre a una Escuela Normal de París, donde se proponía hacer grandes cosas; pero la nostalgia por su país natal lo obligó a abandonar los estudios, y regreso a Arbois, renunciandopor elmomento a sus ambiciones. De aquí a poco empezó a realizar investigaciones por cuenta propia, con frascos conteniendo líquido maloliente, y tubos de ensayo llenos de substancias de vistososcolores, eljoven Pasteurse aprestaba a hacer su primer descubrimiento en el dominio de la química. Cuando lo hizo tenía veintisiete años; después de mucho examinar montones de diminutos cristales,descubrió quehabía cuatro clases de ácidos tartáricos y no solamente dos, y que en la Naturaleza hay variedad de compuestos extraños exactamente iguales, que unos son como las imágenes de otros. Fuenombradoprofesor de la Universidad de Estrasburgo, y en los momentos que sus investigaciones le dejaban libre, decidió casarse con la hija del decano de la Facultad: sin saber si eracorrespondido, le escribió unacarta, seguro de despertar su amor., Ella aceptó y llego a ser una de las esposas más celebres y más sufridas y, en cierto modo, también una de las felices. Pasteur siguiótrabajando con loscristales, se metió en callejones sin salida, hizo experimentos disparatados e increíbles, de lo que se le ocurren sólo a un chiflado, pero con los que sólo un genio sabe obtener...
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