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Como el cónyuge engañado, último en saber su infortunio, los funcionarios oficiales –del Presidente para abajo- supieron de últimos de que la economía no estaba blindada de la crisis financiera internacional. La ilusión de que la confianza inversionista y la seguridad “democrática” impulsaban el crecimiento, los hizo creer que la multiplicación de las gabelastributarias inequitativas a los empresarios y los golpes exitosos a la guerrilla bastaban para crecer a pesar de la recesión.
El DANE confirmó que tenían (teníamos) razón los analistas que anunciaron la desaceleración de la economía, pero fueron más negativas de lo esperado: nadie pronosticó una caída del PIB como la que hubo (el -0,7%) en el último trimestre del año pasado. También se cayeronlas proyecciones de crecimiento para 2009, hasta del 3%, y ahora escasamente superan el 0,5%.
El frenazo no es culpa del Gobierno, ni lo fueron los buenos resultados de años anteriores, sino que ambos fueron impulsados por el contexto internacional. Sí es responsabilidad del Gobierno la falta de respuestas adecuadas al choque externo, que tiene tres aspectos.
Primero, por la falta de ahorrodurante las vacas gordas, que le impide ahora incrementar el gasto público; segundo, por la lentitud en adoptar medidas efectivas de estímulo, más allá de reempacar el presupuesto anterior y presentarlo como gasto adicional. Tercero, por la adopción de medidas fiscales pro-cíclicas, que agudizarán la recesión.
La política fiscal del Gobierno colombiano va en contravía de las del mundo entero.Mientras en otras latitudes se trata de impulsar la demanda interna mediante inversión pública adicional y, en algunos casos como Estados Unidos, mediante la reducción de impuestos a los grupos de ingresos medios y bajos, en Colombia se hace todo lo contrario.
El aumento (ilegal) del impuesto a la gasolina y la propuesta de reforma de los impuestos de Departamentos y Municipios muestran lacontravía. Son medidas que en otras circunstancias serían convenientes y hasta necesarias, pero ahora son tan inoportunas como la donación de sangre de un anémico.
Subir el precio interno de la gasolina dizque para crear un fondo de ahorro para la eventualidad de que el precio internacional del petróleo vuelva a subirse, es reducir la capacidad adquisitiva de los consumidores, cuando necesitan aumentarlapara gastar más. Lo mismo pasa con los aumentos de los impuestos de motos, vehículos, licores y prediales. Nadie discute la necesidad de fortalecer los fiscos territoriales, pero estos los paga sobre todo la clase media que reducirá otros gastos.
Aún en medio de la crisis es actitud responsable preocuparse porque no aumente demasiado el déficit fiscal, pero se debe hacer como lo hizo Obama,aumentando los impuestos a los más ricos, cuyo consumo no se ve afecta. Aquí el Gobierno debería eliminar todas las exenciones tributarias a las empresas que valen más de 6 billones de pesos y poco o nada contribuyen al crecimiento y al empleo.
Política fiscal para la crisis
Uno de los grandes temas que se vienen discutiendo a nivel mundial en esta época de crisis financiera internacional es lade cuál debe ser la política fiscal más adecuada para la crisis.
A nivel internacional y sobre todo para los países más desarrollados, tal como surgió del G-20, la recomendación general ha sido la de expandir el déficit fiscal con el fin de coadyuvar al estímulo de la demanda agregada global. Esta política viene siendo llevada adelante y en las reuniones recientes del Fondo MonetarioInternacional se concluyó que las medidas anunciadas por los países más avanzados parecen suficientes y darán el estímulo fiscal que se tenía concebido.
El tema de determinar el monto del estímulo fiscal ideal es mucho más difícil de precisar en el caso de los países emergentes. Por ejemplo, en los países de Europa del Este, que a raíz de la crisis enfrentan grandes desbalances macroeconómicos, no hay...
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