celestina
( a Lucrecia):
es él.
(a Calisto)
Estoy aquí, mi señor.CALISTO: El dulce sonido de vuestra voz me certifica que sois mi señora Melibea. Oh,dichosos mis oídos que escuchan tan dulce melodía.MELIBEA: La osadía de tus palabras y las de tu sierva Celestina me han llevado ahablaros, pero os advierto que de mí no conseguiréis nada más de lo que osmostréen el huerto, pues si os diera más, peligraría mi virtud.CALISTO: ¡Ay, desdichado Calisto, cómo te han burlado tus sirvientes! Oh, engañosaCelestina, ¿Por qué engañaste a mi corazón falseando la palabra de esta señora?Mi corazón había alcanzado la gloria, y ahora está de nuevo en el barroMELIBEA: No, mi señor, no os lamentéis, y tomado por buenas las palabras de laanciana. Mucho tiempo he sufridopor estar junto a vos.CALISTO: Oh. Mi bella y dulce Melibea. No soy digno de serviros.SEMPRONIO: (
A Pármeno)
: Y yo que creía que mi señor no podía desvariar más, yahora lo veo hablando de amores con una puerta.MELIBEA: Ordena y dispón de mi persona como quieras. Maldigo esta puerta, queimpide nuestro gozoCALISTO: No permitiré que un madero impida nuestros gozos. ¡Ahora mismo llamo amiscriados y la echarán abajo!PÁRMENO: ¿Oyes a nuestro amo? Quiere venir a buscarnos para echar la puerta abajoSEMPRONIO: Calla y escucha
MELIBEA
:
¿Quieres perderme, amor mío? Si descubren la puerta rota, echarás a perder mi virtud. Y esos mozos? ¿Cuántos traes?CALISTO: Dos, solamente, pero tan bravos que pondrían en fuga a diez hombresSEMPRONIO: ¡En mala hora vinimos, Pármeno! Aquí nos pilla elamanecer, si nuestroamo tarda tantoPÁRMENO: Calla, Sempronio, que creo que oigo pasosMELIBEA: Me alegra saber que vienes tan bien acompañado, mi señor SEMPRONIO: Tienes razón. ¡Echa a correr!
(salen de la escena, corriendo)(Plano: un muro. Pármeno y Sempronio llegan huyendo)
SEMPRONIO:
(alcanzándolo)
Eh, Pármeno, vuelve, desgraciado, que es la gente delalguacil que viene por la otracalle.PÁRMENO: Asegúrate. En mi vida recuerdo haber pasado tan gran temor.SEMPRONIO: Regresemos, pues.
(plano: puerta)
CALISTO: … y vuestros ojos son como piedras preciosas, y vuestra nobleza es mayor que la de los reyes de Roma, y vuestro pelo… ¿estáis ahí, mi señora?MELIBEA:
(despertándose)
Si, mi señor, os escucho sin perder detalle.
(se oyen pasos en la calle)
CALISTO: ¿Qué es eso que oigo? ¿Pasosque se acercan? Mucho me temo, mi señora,que debo irme, pero más por miedo a dañar vuestra honra que por temor a resultar dañado.MELIBEA: Volved, mi señor, mañana a esta hora, pero entrad por el huerto.
CALISTO. Así lo haré.
(Se reúne con Sempronio y Pármeno)
CALISTO: ¿Quién viene?SEMPRONIO: Corramos, señor, pues es la gente del alguacil, que vienen conantorchas, y os podrían reconocer.(Se marchan)
ESCENA XII
:
(Plano: Pármeno y Sempronio caminan por la calle, de camino a casa de Celestina)
SEMPRONIO: Con nuestro amo doliéndose de amores en su cuarto, nosotros ya podemos dedicarnos a nuestros asuntos.PÁRMENO: ¿No es un poco tarde ya para ir a buscar a las señoras?SEMPRONIO: ¡Pármeno, tu siempre pensando en lo mismo! Los negocios que nosincumben son otros. Una vez concluidoel encuentro de Calisto con Melibea, yviendo que nosotros seguimos sin recibir nada como pago por nuestro esfuerzo,debemos exigirle nuestra parte a esa vieja de Celestina
(Llegan a casa de Celestina. Tocan a la puerta)
CELESTINA:
(dentro)
¿Quién llama a éstas horas?SEMPRONIO: Somos Pármeno y Sempronio, tus hijos.CELESTINA
(Abre la puerta)
¡Oh, locos traviesos! Entrad, entrad.
(PármenoySempronio entran)
¿Cómo venís a estas horas? ¿Le pasa algo a Calisto?PÁRMENO: Nuestro amo está feliz cual lombriz, después de su encuentro con Melibea.SEMPRONIO: Pero lo que no está tan feliz es su hacienda. Creo que deberíamoscomenzar a hablar de repartir lo conseguido. ¿Donde está esa cadena?CELESTINA: Espero que no hables de la cadena de Calisto, pues se la di a Elicia , y lamuy tonta la ha...
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