Centenario

Estados Unidos y la caída de Porfirio Díaz
By Francisco Martín Moreno
La revolución mexicana no fue solamente un conflicto local. Hacia el final de la primera década del siglo XX, cuando la dictadura porfirista se acercaba –junto con el propio Porfirio- a su inexorable final, las relaciones binacionales con los vecinos del norte comenzaron, asimismo, a dar no sólo señales de agotamiento, sinode marcada preocupación por la suerte de los negocios yanquis, fundamentalmente petroleros, en México.
Los graves problemas sociales que aquejaban a México se habían traducido en un violento rechazo hacia los ciudadanos estadounidenses residente en el país, sobre todo después de la huelga de Cananea, Sonora, en la que los rangers intervinieron contra los trabajadores mexicanos. Los brotespopulares que atacaban a los ciudadanos, e incluso acusaban al Gobierno de Estados Unidos, dieron ocasión a que la prensa de ese país organizara una campaña de rumores, asegurando que los trabajadores mexicanos se proponían destruir todas las propiedades de los estadounidenses en México. Tales rumores, fundados o no, comenzaron a preocupar seriamente al gobierno de Washington.”1
No eran las únicasrazones que contribuían al deterioro de la relación bilateral, cómoda mientras Porfirio daba garantías de lucidez y fortaleza, pero que necesariamente debían modificarse con el arribo de la decrepitud del tirano.
Naturalmente tampoco había gustado mucho a Taft el surgimiento en 1908 de Ferrocarriles Nacionales de México en 1908, con lo cual “el Estado mexicano pasó a ser el accionista mayoritario dela nueva empresa, con el 51 por ciento de las acciones, el resto de las cuales quedó en manos de las compañías extranjeras. Estas últimas serían responsables de la operatividad ferroviaria (administración y técnica), salvo el control de las tarifas y el destino de la inversión.”2
Obviamente que Taft veía en ello “ciertas muestras de independencia económica” que definitivamente no le agradaban.Pero “más grave aún para el Gobierno de ese país era el hecho de que el Gobierno mexicano tratara de disminuir la influencia del capital estadounidense, invitando a Japón, Inglaterra y a Alemania a invertir en México”.
Otro problema lo constituyó el asilo ofrecido por Díaz al presidente de Nicaragua José Santos Zelaya “cuando éste fue derrocado por una revuelta conservadora apoyada por EstadosUnidos.” Eso tampoco gustaba en Washington, indudablemente, de modo que para hablar de estos y otros asuntos se celebró en octubre de 1909 el primer encuentro entre los presidente de México y Estados Unidos, en tierra mexicana. El encuentro Díaz Taft tuvo lugar en Ciudad Juárez el 16 de octubre de 1909 y estuvo revestido de todo el aparato diplomático de rigor, y en un ambiente de aparentecordialidad.
Taft solicitó permiso para que las fuerzas navales norteamericanas se estacionaran en Bahía Magdalena, tal y como Porfirio había acordado con el primer Roosevelt, así como dar prioridad a las inversiones americanas sobre las europeas en nuestro país. Díaz, entre balbuceos, invocó el respeto a la soberanía de las naciones, entre otros argumentos por el estilo, todo lo cual hizo de la entrevistaun suceso misterioso y poco prometedor. Poco se supo del auténtico resultado y de las conclusiones personales a las que llegó el Jefe de la Casa Blanca. Creel, el traductor de Díaz, guardó también un escrupuloso silencio.
Contribuyeron a entorpecer las relaciones los intentos del gobierno mexicano para que Estados Unidos devolviera El Chamizal, territorio que debido a un desplazamiento del RíoBravo hacia el sur en el año 1864, había quedado del lado estadounidense, así como las reiteradas críticas a las medidas administrativas y los procedimientos judiciales mexicanos en contra de U.S. Banking Co., único banco estadounidense en México. Igualmente preocupante resultó el apoyo que el gobierno de Díaz otorgó a la compañía petrolera inglesa Pearson and Son, al otorgarle concesiones de...