Certeza
Los diversos estados de la mente en el conocimiento
Introducción: El uso personal de la inteligencia para conocer la verdad
«¿Quién soy yo?». A esta pregunta, como hemos podido comprobar en los dos capítulos anteriores,
podemos dar una respuesta satisfactoria. Tenemos la capacidad para conocer las cosas como son: Dios, el mundo y nosotros mismos. Al contrario de lo que suceden en las negaciones de la verdad que
conforman gran parte de la post‐modernidad, el realismo explica nuestra experiencia cognoscitiva y
ofrece la garantía de que podemos apagar nuestra sed de verdad.
Por derecho natural, de iure, podemos conocer la realidad. Esto no implica que de facto, de hecho, la conozcamos siempre. Una cosa es la capacidad, otra bien distinta el uso de la misma. Una cosa es
saber que la video‐cámara de mi inteligencia funciona, otra cosa es saberla usar bien.
Es hora de pasar de un análisis objetivo, genérico y abstracto sobre nuestra capacidad natural a un
examen del uso concreto de tal capacidad. Inevitablemente, usamos la inteligencia de modo
subjetivo, personal, en situaciones particulares ante verdades concretas. No todos nuestros
conocimientos son iguales en cuanto a la intensidad o fuerza con que penetran en nuestra
inteligencia. Hay diversos grados de seguridad o asentimiento en nuestros juicios. A veces estamos
seguros de que tal o cual proposición, es verdadera. A veces, en cambio, dudamos. Otras veces
opinamos. En ocasiones erramos. A muchas verdades sólo podemos asentir con nuestra voluntad,
mientras de que otras muchos somos completamente ignorantes. Tenemos, en fin, diversos modos de
asentir a nuestros juicios. Definámoslos brevemente.
1
2
El error consiste en un juicio de la mente que no se conforma con la realidad. La ignorancia es la falta
de un conocimiento debido. La duda se identifica con la suspensión del juicio ante dos proposiciones
contradictorias. La conjetura o sospecha (en sentido positivo) es una inclinación débil hacia una proposición sin afirmarla de modo definitivo. La opinión es la adhesión a una proposición hecha con
reservas, es decir, con temor de equivocarse. La certeza, en cambio, es el la cualidad de sentirse
seguro, sin lugar a dudas: un asentimiento firme a una verdad sin ningún temor prudente a
equivocarse.
La calidad subjetiva de nuestros conocimientos es variada. Dedicaremos el último capítulo a resolver
los siguientes interrogantes:
1. ¿Cómo alcanzar la certeza? ¿Cuál es el criterio definitivo por el cual la mente se asegura de que
posee la verdad?
2. ¿Por qué no siempre tenemos certezas? ¿Por qué nuestra inteligencia se siente con frecuencia
obligada a creer, opinar, dudar y a correr el riesgo de equivocarse? ¿Qué es lo que condiciona los diversos modos de asentir a la verdad conocida: la realidad, las ideas o la mente?
3. Muchos de nuestros conocimientos son creencias. ¿Por qué debemos creer, o sea, fiarnos de
los demás?
Respondiendo a estas preguntas podremos orientarnos para discernir cuándo y cómo podemos
responder a la cuestión de las cuestiones: «¿Quién soy yo?»
3
2.4.1. La certeza: criterio y tipos
2.4.1.1. El criterio de certeza
Nos gustaría siempre estar seguros de que tenemos la razón. La experiencia ordinaria me enseña, sin
embargo, que de muchos conocimientos no tengo certeza, o sea, el estado en el cual la mente se
adhiere firme y definitivamente a una proposición sin temor a equivocarse. En el modo de asentir en
mi interior encuentro una clara diferencia entre el juicio «El ...
Regístrate para leer el documento completo.