Cervantes M
y lapogtica de la novela
Felix Martinez Bonati
EDITORIAL UNlVERSlTARlA
terario quepersenece d Quijore,pretendemos, clar
mW&&zm@d%y iagdcativa que la muf gene
i o d h de nowla, vale de*&
narracitin f i c c k d en pros y relativame
mensa (que ao tepaaktopa &umk en una sola sesi6n de lectura). Es al
pen, BO-.
fo que averiguamos acerca de una obra literaria cuando
[wpeaene~ea estaampha dase de aeaciones, dentro de la cual son p
aukas t i p s &versos de juegos imaginativos. Pero hay algo singular
I e s c m s een
~~
la ~
empresa
~
de determinar la forma genkrica mis prbxi
m v a d$ Wte.Por 1l11;1 parte, su estructura es tan compleja,incluyen
y abirada, que hace prkticamente imposible describirla de manera corn
es fherza limitarse a aspectos destacados del mdtiple diseiio. Porotra parte
misrna complejidad de la esgucmragedrica creada por Cervantes en el Q u
la hace inapmvechable para creaciones subsecuentes. El juego lectivo, co
combinaci6n de diversas zegiones imaginarias y de variadas formas de histori
su hibridaci6n de arquetipos, sus transformaciones de la perspectiva narrat
sus Oimbolos pteicos. no se presta para ser satisfactoriamentereproducido c
oms elementos ymateriales. Se tram, pues, de un gknero con un h i c o eje
plar, de una obra rigumsamente sui generis. El Quijote (comparable tal vez
esto a la Divkra Cmprdia de Dante),pese a haber creado una estructura genCri
pfippio abs&We y generalizable, no ha dado lugar a un gCnero histbri
ai mems a la novela modema. Otra cosa es que haya sido imitado en este o
aqael aspbc~o,y: que de mdtiples maneras hayaiduido en el desarrollo de
fksxmas n M c a s 2 .
Rdexioneimssobre agUnos aspectos del kn6meno estktico del gCnero.
iiecasnm experiencias del pasad ordinario, se manifiesta la reahdad del gkne
amy demdama-, como si se hubiera emancipado de su subordinaci6
PrpSeaEia singular de la obra. A&. hay &as en que no estamos de inimo
am%en que nos resulta demasiado ligera la co
nu
P k s a v b a r a d ,a veoe8.a w s p o n e r s e para determinado tip0 de
;hmh,e& en una atonia inelltica, que debemos
gemm de advickd espiritual y de placer propios de la obra q
mmtms. La lecmra litemria es una actividad
vm&w,asnqw n a d m e n t e empmntados y clasific
&&I en movirniento casi las mi
pmtoril, nos had sentir -por la poc u d atmfiada se arrumba en el pasado del
n detectitmica es el juego a que nuestro sek&&co. Hay, pues, dam reconocibles dejuegos
e& obm superior impone una singularizan'dn
~~
w&
-
I
;a i ~ s Wla, romancesca visibn del -&
de
YS1@ikdizacibn cbmica de la vi& cotidiam. Se tlw
a contemplar su irreductible diveasiM.
,se enriquece el cuadro de 10s antagonisma
,en parte, en el capitulo anterior, y examinark
tad0 del presente). EI caminar y mnveEsar de
-a la, mtada donde 10s Duques, lamayor parte de la obra conshe
No hay quijotizacicin de Sancho ni sancWicacitm
ib&dad me parece ajena al diseiio cervantino. (Por
evolucibn de la personalidad de figuras de la novela
lllp mjieraccianes y transformciones recipmcas de 10s personajes
&im.
en el ~apituloprimero). Sus entrecruces o con~ G m e n t su
e hethgeneidad. La obra nos invita
muatran. Es nuestra mirada la que se mueve
do susreflejes reciprocos. El dinamism0 W a
tom bplicip en la obra. PO€ello, URQ de
@re eqxmesta don Quijote p Sam&@ em
cm
como acabo de imhur,
F S
1
tam cuanda ee hs pane en
lacwas, pIorarrpeve la inagotable creati
h g d a s . Una rara imagina
llama Cenaantes a s i mismo e
insem- el encuentro
a f;g..1 principalisimi
chndante, IZO quiebren la
.~ne~&&,Gblla hay un minisno de
t
el!i.?n%b*ia+
-&AB$).
ttrrhmm, mms,etc. Est08
a mds de crryo medio se co-
p Sancho recibe, rn& de una
ex nombre a la sinqhcidad
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pemmn. A
locum de primer grad0 de
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awmzada (yen rigor, cualitativamente
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&tkud, den Q u i j ~ r edecide en cierto moment:
had pRi-,
en imitacib de Amadis, ejecutandi
ccmm hui de R*,
sin0 “rnelancblicas” c...
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