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La igualdad como
condición de posibilidad
de la democracia y la
equidad social
por Carlos M. Cárcova (1)
1 | Igualdad y contexto
La cuestión de la igualdad ha ocupado desde siempre a la filosofía social,
a la teoría política y a la ética. De modo especial en los últimos treinta o
cuarenta años. Sin embargo, los contextos se recrean y modifican,reconstruyendo el sentido de los conceptos y de los valores que ellos expresan,
tanto como sus consecuencias prácticas y materiales.
En mi opinión, pocas veces la sociedad argentina ha enfrentado con tanto
apasionamiento un debate sustancial sobre su propia existencia y sobre su
futuro más o menos inmediato, procurando discernir modelos deseables,
en medio de un turbulento cruce de argumentos muycontroversiales, algunas veces falaces y distorsivos.
No se trata ya de la igualdad de los modernos vs. la igualdad de los antiguos; no se trata sólo de equidad social; no se trata sólo de ingresos; o
(1) Profesor Titular Emérito - UBA.
SecciÓn 1
Con todo, día a día y más allá de los sectarismos y de los intereses de grupos y facciones, el debate se profundiza y con ello se perfilan y setornan
más claras las imágenes que aparecen como radicalmente antagónicas.
En el centro de la controversia, ocupando un lugar de privilegio, se encuentra, a mi juicio, el tema de la igualdad. Pero, como sugería antes, con
contenidos y consecuencias que lo resignifican.
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Carlos M. Cárcova
de género; o de etnicidad, aunque esas cuestiones, y muchas otras, estén
ahora irrevocablemente inscriptas enla agenda.
Es que ni las ideas ni las prácticas materiales de naturaleza interindividual
que ellas expresan pueden comprenderse desde una perspectiva sincrónica. Están expuestas, como los avatares del lenguaje y de la comunicación,
a las influencias y transformaciones propias de su condición de fenómenos
históricos. Dado que el habla es un producto dinámico de la interacción
social, la postuladaestabilidad del signo y de su referencia constituye apenas una desviación objetivista. La igualdad como signo y como significante implica hoy una multiplicidad de significados, animados todos por lo
social y lo histórico. El signo, en este caso la palabra “igualdad”, y la idea
a la que alude, se transforma así en un objeto de lucha por la construcción
del sentido. Ello explica que nuestrasdivergencias políticas de esta hora
no versen sobre cuestiones puntuales, aunque adquieran tan ficticia como
frecuentemente ese carácter; versan, en realidad, sobre el tipo de sociedad en la que queremos vivir en los próximos años y en los valores que ella
debería promover como preponderantes.
Por ejemplo: ¿será cierto que la única manera de mantener la rentabilidad adecuada de las explotaciones agrícolasde las grandes semilleras
en nuestro país consiste en violentar todas las garantías acogidas por la
evolución de la legislación del trabajo y someter, en consecuencia, a los
trabajadores temporarios a condiciones de vida inicuas, tal como ha sido
comprobado por autoridades judiciciales y administrativas en distintos
campos de distintas provincias?
No creo que sea cierto. Ni siquiera creo quegrandes empresas internacionales se empecinen en ahorrar sumas que en sus presupuestos resultan
claramente irrisorias, con el fin de privar a sus dependientes de agua potable, servicios sanitarios adecuados y mejores condiciones de habitabilidad, por puro capricho dañoso.
Se trata de otra cuestión. Se trata de quién impone las reglas, es decir, de
quién tiene el poder real y de cómo lo usa.
Cuando elpresidente de la Sociedad Rural, hace más o menos un año
atrás, contestaba sorprendido a un periodista que le pedía opinión sobre
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La igualdad como condición de posibilidad de...
las condiciones del “trabajo esclavo” en el campo: “¿…trabajo esclavo?
No creo, me parece que se exagera”, pensaba seguramente en la serie
televisiva “Spartacus”. Ciertamente no hay punto de comparación. Léntulo...
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