Chacon Dulce Cielos De Barro

Páginas: 271 (67594 palabras) Publicado: 18 de abril de 2015

CIELOS DE BARRO









Dulce Chacón




















Colección: Escritoras de Hoy
© Dulce Chacón 2000
© Editorial Planeta 2000
© de esta edición Editorial Planeta-de Agostini
ISBN: 84-395-9010-5
Depósito Legal: B- 18.344-20001
A mi padre, que escribió La consulta médica.
Y a Zafra por la añoranza y por la música
de de las palabras recuperadas
en el ejercicio de la memoria
Primera parteVino de noche. Dijo que regresaba para morir. Traía la muerte en los ojos, ¿sabe usted? Pero no la de esos po­bres desgraciados que están en el depósito. No. Traía en los ojos la propia muerte, la suya, la de él. Llamó a mi puerta y me preguntó por su madre. Fui yo quien le dije que había muerto, y a mí me dijo él que venía para mo­rir. Yo no he visto una tristeza más negra. Nunca, no se­ñor. Sepasó la mano por la cara como si quisiera lim­piársela. Me miró, volvió a lavarse la cara sin agua, me miró otra vez y me preguntó por su padre. Muerto, hijo, muerto. ¿Murieron bien? Y yo le contesté que sí, que san­tamente se murieron, uno detrás de otro, y los dos pre­guntando por él. Llevaba cuarenta años perdido, me dijo como pidiendo perdón por una ausencia tan larga. Pobrecino, si era unzagal cuando se lo llevaron, si lo hu­biera visto usted, lástima de criatura; cómo lloraba, las la­grimas se le iban yendo igual que la cera derretida se le cae a las velas.
Sí escribió, claro que escribió, muchas veces, muchas. Mi difunta esposa le leía las cartas a su madre, y ella después se las contaba a su padre. «Queridísimo padre, amadísima madre: Me alegrará que a la llegada de ésta seencuentren bien. Yo quedo bien gracias a Dios.» Las úl­timas que llegaron las empezó siempre igual. Y termina­ba de la misma manera: «De éste, su amantísimo hijo que lo es.» Hasta en la letra se le notaba que se había ido del pueblo, de tan fina. La Isidora venía toda contenta corriendo con el sobre en la mano: Es de la capital, me ha dicho el Zacarías que es de la capital. La Isidora era su madre.¿Usted conoció a la Isidora?
¿No?
Claro, claro. Sí que es usted nuevo por aquí. No la pudo conocer. Y al Modesto, el marido, menos.
Porque la carta la mandaba su hijo, por eso corría toda contenta. El Zacarías es el cartero, ¿sabe usted? Ya no trabaja. Pero hasta hace bien poquito, aún andaba para arriba y para abajo con la saca al hombro. Vo­ceando.
¿Tampoco? Entonces quiere decirse que han pasado yamás de tres meses desde que se retiró, recontra que el tiempo es humo.
Pues era digno de verse. A la Isidora le gritaba ya des­de el recodo para verla más rato contenta. Ella salía a la puerta en cuanto escuchaba su nombre, con esa estampa que daba gloria, de lozana. Y con la sonrisa a medio poner.
Aunque no recibía más cartas que las de su hijo, pero hasta que no las abría no dejaba debarruntar, como nunca traían remite. Y no las abría hasta que no encontraba a mi Catalina, y es que le daba más pena ver la letra de su hijo y no saber qué decía, que no ver la letra de su hijo. Mi difunta se las leía varias veces, porque la Isidora no tenía luces para entender las palabras cuando vienen ordenadas, y la pobre mujer lloraba: Por lo que dice la carta, queda bien mi hijo, ¿verdad, Catalina? Yaunque el hijo le hubiera escrito que estaba encamado con cuaren­ta de calentura, la Nina le decía que estaba bien, porque la Isidora prefería no enterarse de eso. Y corría a contár­selo al padre y después volvía a correr a mi casa para que mi Catalina le escribiera al hijo lo que el Modesto le en­cargaba a ella que le contara. Mi difunta se sentaba a la mesa camilla y la Isidora se quedaba depie detrás de ella, bien arrimada; le plantaba las manos en los hombros y la miraba escribir, sacando la puntina de la lengua, igual que lo hacía mi difunta. Daba penita de verla. Clavaba los ojos en las palabras, con un ansia, como si en cada letra quisiera mandarle un mundo a su hijo. Ni una se perdía, ni una. Yo estaba siempre ahí al lado, dale que te pego al pedal para levantar el barro....
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Estos documentos también te pueden resultar útiles

  • La voz dormida de dulce chacon
  • Dulce Chacón, La Voz Dormida.
  • Comenterio histórico sobre el libro la voz dormida de dulce chacón
  • La Chacona
  • Chacon
  • Dulce
  • dulce
  • Dulce

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS