CHARLS
La pensión, cuya fachada consta de tres pisos y da un aspecto casi inmoral, pertenece a la viuda Vauquer,apellidada de soltera De Conflans. El estado de la pensión es deprimente y deteriorado: el piso desgastado casi enmohecido, las paredes llenas de grasa, el ambiente encerrado. Pese a estas condiciones, la pensión se encuentra ocupada en su totalidad, ocho inquilinos: en el primer piso viven la Señora. Vauquer, la regenta de la pensión; tiene más de 50 años aunque su semblante aparenta mayor edad,todo en ella se encuentra en armonía con su pensión que revela desdicha. En el apartamento contiguo habitan la Señora Couture, viuda de un comisario de la República Francesa; de edad avanzada que cuida a su joven sobrina como si fuese su hija, ya que el padre de la joven, hombre muy rico, no desea reconocer a Victorine Taillefer, una joven de cabellos rubios, cintura delgada y ojos claros, quiende no ser por el sufrimiento que la acongoja, sería una mujer visiblemente hermosa. Su padre creía tener motivos para no reconocerla y no le concedía mucho dinero para su subsistencia.
Los dos apartamentos del segundo piso estaban ocupados por un anciano llamado Poiret, una especie de autómata que parecía haber sido un asno burócrata jubilado; y por un hombre de unos cuarenta años de edad quellevaba una peluca negra, se teñía las patillas y se decía antiguo comerciante, llamado Vautrin. Era un hombre que tenía buen aspecto: espaldas anchas, músculos desarrollados, voz de bajo, amable, risueño y servicial, quien en diversas ocasiones había prestado dinero a la Sra. Vauquer y algunos de los huéspedes. Sus costumbres consistían en salir después de desayunarse, regresar para comer,ausentarse toda la tarde y regresar a medianoche. Vautrin sabía o adivinaba los asuntos de todas aquellas personas que le rodeaban pero nadie podía penetrar sus pensamientos ni sus ocupaciones. Aquella aparente benevolencia y simpatía eran una barrera entre él y los demás. Todo hacía suponer que aquel hombre guardaba algún rencor hacia los estamentos sociales, como consecuencia de algún misterioso secretocuidadosamente oculto en su vida.
El tercer piso se componía de cuatro habitaciones, dos de las cuales estaban alquiladas a una solterona, la señorita Michonneau, de semblante viejo y desgastado, cuya mirada producía escalofríos y su rostro no abandonaba nunca cierto gesto amenazador; y a un antiguo fabricante de fideos, pastas italianas y almidón, el cual permitía que le llamaran Papá...
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