Che Guevara En Apurimac

Páginas: 9 (2003 palabras) Publicado: 9 de julio de 2011
TRAVESÍA DE ERNESTO "CHE" GUEVARA EN APURIMAC

Por Mario Ramos Anampa

Ernesto Guevara de la Serna junto a su eterno amigo Alberto Granado, después de abandonar el Cusco, arribaron a Abancay la Semana Santa de 1952. Con atuendos de viejos caminantes, divisaron el 11 de abril la ciudad desde un vetusto camión que descendía tambaleante del camino que enlazaba la ciudad imperial con los pueblosde la región donde el Dios habla, Apurímac. Ernesto con solo 23 años de edad y Granado con algo más, tuvieron la parada forzosa en la capital apurimeña porque los camiones que llevaban a Andahuaylas, como las buenas leyes, llegaban de vez en cuando. Por ello, de los jóvenes mochileros argentinos, lo primero que llamó la atención a los miembros de la Guardia Civil abanquina, fue su vasca figura,luego su juego excesivo con sus ches locuaces y finalmente su manía por la aventura.

Luego de conocer su austera manera de hacer turismo, fueron acogidos por los policías en su cuartel situado a veinte pasos de la Plaza de Armas de Abancay, ya que desde que arribaron al Perú el 14 de marzo, utilizaron un método infalible: sucios y cargados de varias mochilas hacían parar cualquier vehículo paraque los lleven en las carrocerías entre ovejas y campesinos oriundos y, conseguían hospedajes en instituciones estatales y comida en los hospitales o en los mercados populares, donde el menú costaba menos que en su natal Argentina.

En Abancay, hambrientos de comida y de conocer los lugares del pueblo que se mostraba silencioso y pobre, recorrieron sin vacilar cada una de las delgadas callesque conformaban esta. Después de no hallar lo que en Cusco vieron, bajaron hacia el río Mariño, donde se recostaron sobre el gramado de la orilla y escucharon el discurrir del agua que se perdía en el cañaveral valle de Pachachaca. El primer día, por la escasa comida que le brindaba el hospital de Abancay, famélicos sólo les quedaba mirar el cielo límpido que relucía sus enormes nubes, soñando conimágenes de idas y pasados o tal vez, viendo en cada nube la tentadora versión de una comida cualquiera. Ese día se quedaron hasta ver ocultarse el sol al otro lado del cerro Quitasol, y al retornar a la comisaría para dormir, tomaron un atajo que los extravió completamente; tras andar entre sembrados y tapiales, cayeron en el interior de una casa. Aparecidos los dos en la pared de piedra, vieronun perro y su dueño iluminados por la luna llena con una apariencia fantasmal; lo que no calcularon es que sus figuras, recostadas sobre la luz, debieron tener un aspecto atemorizador para el poblador. Lo cierto es que Ernesto, muy educado dijo:

-Buenas noches.

Y el dueño de la casa les habló en quechua y solo pudieron recordar la palabra “wiraccocha” (caballero) y el hombre y su perro seencerraron en el interior de la andina vivienda sin responder a sus amistosas declaraciones y disculpas. Salieron entonces tranquilos por el portón delantero, que daba a una senda con apariencia de calle y emprendieron la búsqueda de su lecho. Estuvieron en Abancay dos días: el 11 y 12 de abril, y en uno de esos momentos de aburrimiento fueron a parar a la iglesia para mirar de cerca una ceremoniapueblerina por las festividades santas. El primer cuadro que vieron fue: un pobre sacerdote estaba tentando salir adelante con un señorial sermón, miraba con ojos suplicantes al público, mientras señalaba con las manos crispadas cualquier lugar del templo.

-Miradlo, miradlo allí –decía solemnemente-, el Señor viene hacia nosotros, ya está el Señor con nosotros y su espíritu nos ilumina.Tras la pausa, el cura soltaba cualquier letanía y cuando ya parecía que quedaría callado, sin saber qué decir, en un impulso de hondo dramatismo, se mandaba otra frase parecida. A la quinta o sexta vez que el paciente Cristo fue introducido y no pasaba nada, les dio un ataque de risa y salieron de la iglesia.

***

Luego de cruzar el puente de Pachachaca (puente profundo o enterrado)...
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