Chejov

EscritoreS
EscritoreS
Por Victoria de Stefano

I.

En La gaviota, la más biográfica de las obras de teatro de Chejov, Trigorin al escuchar las palabras repletas de admiración –admiración ante la cual, como quiera que sea, acabará cediendo, deseoso de la posesión de la juventud que se le ofrece y con su corazón ávido de adoración y de halagos– con que Nina, una muchacha de provincia queaspira sin atajos ni rodeos a ser actriz con la esperanza de salir de la oscuridad de su infortunada existencia familiar, se refiere a su maravillosa vida, dándola por sentada y en oposición al vacío e inmediatez en que ha visto transcurrir la suya, como tocado por un arrebato mezcla de irritación y melancolía, hará un retrato despiadado de las debilidades y vacilaciones que agitan al escritor:“Hablemos de mi magnífica y luminosa vida... ¿Con qué empezaremos? A veces hay imágenes que se nos imponen a la fuerza, como ocurre con el hombre que piensa siempre, día y noche, por ejemplo, en la luna; también yo tengo una de esas lunas. Día y noche me persigue una misma idea obsesionante: debo escribir, debo escribir, debo... Apenas acabo un relato ya he de escribir otro, no sé por qué; luego untercero; después del tercero, el cuarto... Escribo sin cesar. ¿Qué hay en esto de bello y luminoso, le pregunto? (...) Veo una nube semejante a un piano de cola. Pienso: Habrá que recordar en alguna parte una nube parecida a un piano de cola. Huele a heliotropo. Grabo en mi memoria el olor dulzón, color de viuda; recordarlo al describir un atardecer de estío. Estoy al acecho de cada una de misfrases, de cada una de sus frases, de cada una de las palabras, y me apresuro a encerrar todas esas frases y palabras en mi despensa literaria. (...) Y así siempre, sin un momento de sosiego frente a mí mismo; siento que devoro mi propia vida, que para la miel que doy no sé a quien en el espacio, saqueo el polen de mis mejores flores”. (La gaviota, Acto II)

Pero Nina, que no está dispuesta arenunciar tan pronto a las ilusiones y estereotipos por los cuales se halla determinada a hacerse actriz, y no lo estará hasta muy avanzados los reveses notables que a su debido tiempo acabarán por educarla sentimental y artísticamente, le preguntará, creyendo haber dado con un argumento irrefutable, si acaso la inspiración y el proceso fértil de crear no le proporcionan momentos de felicidad sublime.Trigorin, ansioso, febril, dejando salir en medio de una especie de trance aquello que debemos suponer ha incubado, rumiado, cavilado y hasta farfullado una y otra vez para sí mismo, se abre a la más sombría de las declaraciones, más sombría aún viniendo de quien está movido, como también debemos suponer, por la vocación antes que por el rigor y conformismo de las profesiones al uso y cuya carrera,por añadidura, y la de Trigorin es una auténtica carrera, se ha visto coronada por el éxito:

“Nunca me he sentido contento de mí mismo. Nunca me he gustado como escritor. A mí me encanta, mire, esta agua, los árboles, el cielo; siento la naturaleza, que despierta en mí la pasión, un deseo irresistible de escribir. No soy sólo un paisajista; soy además un ciudadano, quiero a mi patria, alpueblo: siento que, si soy escritor, estoy obligado a hablar del pueblo, de sus sufrimientos, de su futuro; siento que estoy obligado a hablar de la ciencia, de los derechos del hombre, etcétera, y hablo de todo, me doy prisa, por todas partes me espolean, se impacientan, y yo me lanzo de un lado a otro como una zorra perseguida por los perros; veo que la vida y la ciencia se adelantan, siguenadelantándome y yo voy quedándome atrás, cada vez más atrás, como campesino que llega tarde al tren; al final siento que sólo soy capaz de describir el paisaje y que, aparte de esto, cuanto escribo suena a falso y es falso hasta la médula”. (Acto II)

Ante lo cual Nina, tenaz en su no querer oír y entender, ese no querer entender –y Nina no ha entendido ni comprendido nada– que por encima de...