Chesterton
G.K.Chesterton
UNA ANÉCDOTA MAS BIEN IMPROBABLE
G.K.Chesterton
No recuerdo si esta historia es verdad o no. Si la leyese con cuidado, sospecho que
decidiría que no. Pero por desgracia no puedo leerla con cuidado porque aún no la he
escrito. Durante gran parte de mi infancia, la idea y la imagen de la misma permanecieron
conmigo. Puede que lo soñaseantes de aprender a hablar, o que me la contase a mí mismo
antes de saber leer, o que la leyese antes de tener recuerdos conscientes. Sin embargo, estoy
completamente seguro de no haberla leído ya que los niños tienen memorias muy claras de
cosas semejantes. Y, de los libros que me encantaban, recuerdo no solo la forma, el
volumen y la encuadernación sino incluso la posición de las palabrasimpresas en muchas
de las paginas. Teniéndolo todo en cuenta, me inclino a creer que me aconteció antes de mi
nacimiento.
***
En cualquier caso, contemos el cuento con todas las ventajas de la atmósfera que lo ha ido
empapando. Pueden ustedes imaginarme, por así decirlo, sentado comiendo en uno de esos
restaurantes de comida rápida donde la gente come tan rápido que lo que ingieren pierde lacategoría de comida, y donde pasan su media hora libre tan deprisa que pierde la categoría
de descanso, aunque apresurarse en el descanso es la actitud menos profesional que uno
puede adoptar. Todos tenían puestos sus sombreros de copa, como si no pudiesen perder ni
un instante en colgarlos de una percha. Todos tenían un ojo ligeramente hipnotizado por el
enorme ojo del reloj. En resumen,eran esclavos de la moderna cautividad y podía
escucharse rechinar sus grilletes. Cada uno estaba de hecho, sujeto por una cadena, la más
pesada que nunca ató a un hombre: la cadena de su reloj de chaleco..
Ahora bien, entre los que entraban y se sentaban frente a mí, hubo uno que, casi
inmediatamente, inició un monologo que nadie interrumpió. Estaba vestido como todos los
demás hombres, sinembargo su conducta era sorprendentemente distinta. Tenia puestas la
chistera y el frac pero los llevaba de la manera en que objetos tan solemnes deben llevarse.
Llevaba el sombrero de seda como si fuese una mitra y el frac como si fuese la túnica de un
gran sacerdote. No solo había colgado su sombrero si no que, era tal su decoro, que casi
pareció pedirle permiso y pedir disculpas de la perchapor utilizarla. Cuando se sentó en la
silla, lo hizo en la manera que lo haría alguien que tuviese en cuenta los sentimientos de la
silla y haciendo una pequeña reverencia a la mesa de madera, como si fuese un altar. No
pude evitar hacer un comentario porque aquel era un hombre robusto, vigoro y de aspecto
próspero y, aún así, trataba las cosas con un cuidado que parecía nerviosismo.
Pordecir algo para demostrar mi interés, dije:
-Estos muebles parecen sólidos pero, desde luego, la gente los trata demasiado
descuidadamente.
UNA ANÉCDOTA MAS BIEN IMPROBABLE
G.K.Chesterton
Mientras le observaba dubitativo me fije en sus ojos, no pude apartarlos de su mirada
apocalíptica. Le había tomado por un hombre corriente al entrar, excepto por su manera de
comportarse extraña ycautelosa. Pero si los demás se hubiesen fijado en él, habrían
escapado gritando de la habitación. No se fijaron y siguieron haciendo ruido, con el resonar
de sus tenedores y el murmullo de su conversación. Pero el rostro de aquel hombre era el
de un demente.
-¿Quiere Vd. decir algo con eso?- Contestó al rato y su cara recuperó el color.
.
-Nada en absoluto- repliqué – Aquí nadie dicenada coherente. Amarga la digestión..
Se reclinó en su silla y se enjuagó el sudor de su ancha frente con un gran pañuelo, sin
embargo parecía haber una nota de decepción en su alivio.
-Supuse que quizá – susurró – otra se había estropeado.
-Si se refiere a otra digestión defectuosa – dije- nunca oí que ninguna fuese buena. Este
es el corazón del imperio y los demás órganos están iguales...
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