chile
Fabián Escalona
(Universidad Diego Portales y Universidad Alberto Hurtado, Chile)
En el año 1820, se leía en el telón de boca de uno de los primero teatros
existentes en Chile, el Coliseo de la Plazuela, la frase: “He aquí el espejo de la
virtud y el vicio, miraos en él y emitid el juicio”.
Casi dos siglos más tarde, y una vezmás en torno a la actividad escénica
chilena, nos es posible rastrear esta otra sentencia: “El teatro, en tanto lugar
privilegiado de plasmación de modelos de autopercepción, que constituyen la base
de toda propuesta identitaria, proporciona herramientas muy útiles a la hora de
intentar reconstruir la identidad colectiva nacional”1.
En ambas sentencias, lo que aparece ante los ojos del lectorparece ser la
evidencia de que el teatro guarda una intima relación con la sociedad en la que
tiene su origen. El teatro hablaría, de alguna forma, de la identidad de la sociedad a
la cual pertenece.
La certeza de la existencia de una relación entre el teatro y la identidad
nacional ha marcado fuertemente, tanto la escritura teórica teatral chilena, como la
historiográfica, y específicamentela realizada en torno de la dramaturgia, elevando
esta relación a la categoría de matriz interpretativa predominante en el ámbito de
la investigación académica y en el de la educación teatral, en las cátedras de
historia del teatro, por ejemplo. De esa manera, cabría preguntarse por los
mecanismos mediante los cuales el teatro realizaría tal acto discursivo en torno a la
sociedad. Si nosaventuramos a realizar el ejercicio de rastrear, sumariamente sin
duda, las características que tendría la relación antes mencionada, el resultado
sería más menos el siguiente.
En la época de la construcción del estado-nación, a principios del siglo XIX,
las clases dirigentes buscaron insuflar al naciente Estado un sentimiento de Nación,
que justificara la creación de aquel nuevo marcoadministrativo que era el Chile
1
Soledad Lagos, “Modelos de identidad(es) y teatro chileno en las primeras tres décadas del siglo XX”,
en telondefondo, Revista de Teoría y Crítica Teatral, www.telondefondo.org, año 2, N° 4, Diciembre de
2006; p. 2.
1
independiente. Es así que el teatro se convierte en un instrumento de educación
cívica. Al respecto, María de la Luz Hurtado señala que “…yainstalada la República
en 1818, uno de los primeros actos del gobierno triunfante fue construir un Coliseo
teatral para representar comedias”, y cita a Camilo Henríquez, quien por esa época
afirmaba que “la musa dramática es un gran instrumento en manos de la política” y
que “el pueblo se educa en el teatro… en nuestras circunstancias actuales, el teatro
debe inspirar odio a la tiranía, amor ala libertad y, en fin, máximas liberales”2.
Tal tarea la realizará el teatro desde una estética predominantemente
romántica, que llegó a Chile desde las metrópolis europeas, principalmente desde
Francia e Inglaterra, lugares en que la clase dirigente solían recibir su instrucción.
En la segunda mitad de ese siglo, tanto en la literatura como en las artes en
general, y en la dramaturgia enparticular, predominará el costumbrismo como
corriente estética, lo que responde claramente a la inquietud de algunos sectores
de intelectuales chilenos, quienes al ver que el romanticismo de principios de siglo
contribuía a construir una visión de nuestro país altamente extranjerizante,
abogaron por un arte y literatura que reflejara lo chileno, desde una institución que
se conoció como la“Sociedad Literaria”, en cuya sesión inaugural, el intelectual
José Victorino Lastarria “plateó la necesidad de hacer una literatura que sea el
reflejo de las preocupaciones de la sociedad chilena, libre de influencias
extranjeras…”3.
Años más tarde, en la dramaturgia devenida de los teatros universitarios,
hacia fines de la primera mitad del siglo XX, la pregunta por lo chileno vuelve a ser...
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