Chimborazo

MI PASO POR EL CHIMBORAZO

Fue el sábado pasado, a eso de las diez de la mañana, que mi familia decidió viajar a Salinas de Guaranda. Llena de expectativas y con una emoción muy pura, preparéexquisitos sánduches de mozarela y jamón, los envolví en papel aluminio y puse en bolsitas de plástico individuales, guardé unos refrescos y maní de dulce en la cajuela del carro, y emprendimosnuestro viaje; íbamos, mi esposo, mi hijo y yo. Al salir de la ciudad, llenamos el tanque de gasolina porque no estábamos seguros de encontrar estaciones que nos provean de combustible y” es mejorprevenir que lamentar”; el carro recorrió una hora y el paisaje cambió totalmente porque de pronto y sin que me hubiera percatado, había mucha neblina que bailaba con el son del viento, presentandouna coreografía única, tenía ritmo y música propia; podía escuchar su melodía, con notas tristes, porque seguramente su corazón lleno de nostalgia, extrañaba el abrigo dorado de los rayos de sol, eraclaro mirar el tul rasgado de encajes que salía de la mitad de la montaña, porque venía forcejeando sin dejarse alcanzar del azotador y gélido frio que trataba de apoderarse de las nubes enalgodonadasy libres, de pronto el rey estaba completamente claro y dejaba ver su rostro que a pesar de la edad, tenía la piel tierna y fresca; admiré su fuerza, altivez, bravura y fortaleza, me embelesé detanta belleza, y al mismo tiempo sentí pena de él, porque siendo tan bello está esclavo en el mismo sitio, sus manos no sienten la caricia de quienes como yo le amamos, y quisiéramos aprender de él,que nos enseñe sus secretos para ser la gloria de un país, me preguntaba ¿cómo sería el delirio que sintió Bolívar estando sobre mi Chimborazo?, mi identidad, mi orgullo, nobleza y el culpable de esteamor que afianzó mi alma al verlo tan entero y cerca de mí.

Al llegar cerca de Guaranda, tomamos un desvío que nos condujo a Salinas, población con otra identidad y fortaleza, convertidas en...