chivas

Artículo de opinión
Cuando la muerte es una catástrofe
Escribo estas líneas cuando aún no se han dado muchas explicaciones del avión desaparecido y de los restos encontrados. El desastre esevidente, y el lector ya tendrá probablemente más información de la que yo tengo ahora.
Es sabido que todas las grandes invenciones tienen un margen de fracaso, pero el de la aviación me parecemuy bajo teniendo en cuenta los cientos -¿miles?- de vuelos diarios. Mi primer contacto con los aviones fue un viaje de Barcelona a Manchester, si no recuerdo mal. Se estrenaba un programa devuelos entre las dos ciudades y yo lo aprovecharía para escribir en Destino un reportaje sobre los lagos ingleses. Se había estrenado hacía muy poco un nuevo modelo de avión, el Caravelle. Fue elprimer turborreactor comercial francés, muy adecuado para distancias cortas y medias. La palabra reactor empezaba a parecer sinónimo de avión, pero con más modernidad, con más categoría. El diseño delCaravelle era elegante, y el modelo se mantuvo activo muchos años, hasta el 2005.
Hoy el porcentaje de vuelos accidentados debe de ser muy bajo, pero son noticia, y se comprende. La tentaciónhumana de poder volar es una de las más apasionantes de la especie. Los primitivos aviones tenían mucho mérito, y la travesía aérea del Atlántico fue una epopeya extraordinaria. Miles de metrosarriba, el aire no es el ámbito del ser humano.Inciso cursi: hace ya muchos años volé a la India, y cuando aún se veía desde la ventanilla nuestro mar, el joven esnob que se sentaba a mi lado me dijo:Me encantaría caer en el Mediterráneo.
Causa impresión saber que 200 personas, como ha ocurrido últimamente, mueren dentro de un avión que cae. También nos afectan el naufragio de untransatlántico o el terremoto que destruye un pueblo entero. Si todos tenemos nuestra propia vida, individualizada, una extraña lógica nos hace pensar que cada uno también debe tener una muerte exclusiva....