Christian Nuñez Tello

¿Por qué, en lo profundo de nuestro corazón y generalmente en silencio, como avergonzados, todos alguna vez hemos experimentado simpatía, tristeza, compasión por el terrible y espantoso Minotauro,encerrado en su aislamiento laberíntico, a punto de caer bajo la espada de Teseo, futuro heredero de Atenas? ¿Por qué, por inevitables momentos, incluso parecemos considerar la injusticia de perturbarla tranquilidad siniestra de la tierra oscura y baldía de Medusa, sembrada de hombres convertidos en piedra, por un ambicioso Perseo quien no descansará hasta cortarle la cabeza al monstruo y ganarasí el trono de Argos y después fundar Micenas?
El Minotauro y Medusa, así otros monstruos, seres híbridos tales como la Quimera, la Esfinge, los Centauros, las Amazonas, en la mitología griega,representan el lado más salvaje y animal, de la naturaleza indómita de la cual el hombre ha intentado siempre escapar: domándola (con sus huertas, zoológicos y jardines) o destruyéndola. Nuestro odio a lanaturaleza (que es una forma de temerla) nos es tan innato como nuestra capacidad de lenguaje; aunque nos pongamos bucólicos y queramos comer solo vegetales: por eso construimos ciudades, abandonamos elnomadismo para hacernos sedentarios.
El precio que había que pagar para nuestra paz universal era, pues, matar nuestros híbridos, nuestros monstruos, nuestras fieras, representaciones del lado mássalvaje de la naturaleza y, en consecuencia, también nuestro. Sin embargo, la bestia sigue ahí, duerme en nosotros, esperando despertar, y (lo peor) despertando cuando nadie lo espera, aterrando a tododios! Por eso Teseo y Perseo son los padres de la civilización occidental, quienes lograron exterminar las bestias y dejar limpio el camino de la civilización fundado en la lógica, la filosofía, laliteratura y la política: la sofisticación de nuestra especie.
Todos los grandes monstruos de la historia nos han robado el corazón de alguna manera: los sentimientos incomprendidos de Frankenstein,...