Ciencia Ficción Mexicana
La madre a la que me refiero es la literatura nacional, y a sus hijas, los subgéneros literarios, que en las últimas décadas han tenido un desarrollo enorme y una calidad equiparable a lo mejor en el mundo en su especie. Aquí hablaremos de la ciencia ficción en nuestro país. En 1960 Kingsley Amis publicó el ensayo New Maps of Hell, titulo inspirado enel énfasis antiutópico que a su modo de ver predominaba en la ciencia ficción anglosajona. Quince años más tarde, bajo la misma tónica, Brian W. Aldiss y Harry Harrison editaron el libro Hell’s Cartographers, en cuya introducción afirmó Aldiss que el papel de la ciencia ficción consistía no en predecir el futuro, sino en reflejar el presente distribuyendo lo accesorio y dramatizando las nuevastendencias1.
Sin tomar mucho en cuenta las “nuevas tendencias”, generalmente la ciencia ficción mexicana ha preferido las visiones infernales o antiutópicos no solamente por resultarle más fascinantes que las celestiales, sino porque la sicología del mexicano generalmente lamenta su presente, detesta su pasado y, por lo común, teme por su futuro. No solamente hablaremos aquí de la tendenciaprincipal de la ciencia ficción mexicana, sino que también aprovecharemos el espacio para ofrecer una guía geográfica del submundo de los condenados que han intentado escribir o en el presente escriben ciencia ficción a despecho del empíreo literario nacional. Desde el siglo XVII algunos novohispanos empezaron a conocer la filosofía hermética a través de los escritos del jesuita alemán AthanasiusKircher, imitando sus «raptos » o viajes mentales por el universo, en lo que puede considerarse como las primeras aportaciones a la protociencia ficción mexicana.
Las poesías de Francisco de Castro, de los jesuitas poblanos Alexandro Favián y José Mariano de Iturriaga, y el “Primero sueño” de la mexiquense Sor Juana Inés de la Cruz, son ejemplos representativos. Un siglo después, el frailefranciscano, residente en Yucatán, Manuel Antonio de Rivas, bajo la guía de la filosofía mecanicista de Newton y Descartes, escribía sobre una visita tripulada a la Luna en un carro volador. Para las autoridades político-religiosas de la época estas inquietudes literarias no eran sino viajes suicidas hacia la condenación, por lo que buscaron reprimirlas por medio de juicios canónicos secretos (comoen el caso de sor Juana) o a través del tribunal del Santo Oficio (que estuvo a punto de condenar al fraile Rivas). No hay que olvidar que el pensamiento oficial organicista o aristotélico-tomista, que imperaba en ese entonces, creía que los sueños de la razón producían monstruos, como bien lo diría a principios del siglo XIX Francisco de Goya. Ya libres del dominio colonizador, los escritores delMéxico decimonónico (los capitalinos Juan Nepomuceno Adorno y Pedro Castera, este último autor de tres relatos y de la primera novela mexicana de nuestra corriente, Querens, 1890; el veracruzano Sebastián Camacho Zulueta, el yucatanense Gerónimo del Castillo Lenard y el zacatecano José María Barrios de los Ríos) produjeron algunos cuentos de ciencia ficción, hoy considerados extravagantes joyas,...
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