ciencia y tecnologia
CIENCIA, TECNOLOGÍA Y ESPERANZA DE VIDA1
JAVIER RODRÍGUEZ ALCÁZAR
Universidad de Granada
1. DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Al abordar el impacto de la investigación científico-tecnológica sobre
cualquier ámbito vinculado a la satisfacción de necesidades y deseos
humanos (ya sea en el terreno de la salud, en el de la energía, en el de
la producción de alimentos, o en cualquier otro),caben varias actitudes
generales de partida. Las dos más habituales y antagónicas son la actitud
tecno-optimista y la tecno-catastrofista. De acuerdo con la primera, la
tecnología (esto es, el desarrollo de nuevos procedimientos y artefactos
sobre la base de conocimiento científico, bien previamente disponible, bien
desarrollado ex profeso) sería la panacea para cualquier problema. Nada
habría quetemer de las nuevas tecnologías y, de plantear éstas alguna
dificultad (en forma de “efectos secundarios” o “daños colaterales”, por
adoptar, respectivamente, la terminología médica y la bélica), se confía
en que tal dificultad será corregida también por medios tecnológicos. Así,
en un ejemplo extremo: si nuestras tecnologías y su utilización terminan
por hacer inhabitable este planeta,siempre podremos, con la ayuda de
nuevas tecnologías, establecer colonias humanas fuera de él.
1. Agradezco al Ministerio de Educación y Ciencia su apoyo mediante la financiación
de los proyectos HUM2005-07168/FISO, HUM2006-12284/FISO, y HUM2005-06760,
y a la Consejería de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Junta de Andalucía, por la
del proyecto SEJ1558. Agradezco asimismo a Lilian BermejoLuque y Miguel Moreno
Muñoz sus atinadas observaciones, que han permitido la mejora del texto.
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La actitud tecno-catastrofista, por el contrario, tiende a considerar
las modernas tecnologías (combinadas con las formas contemporáneas
de organización económica y política) incompatibles con la justicia, la
libertad, la vida saludable y hasta la supervivencia de laespecie humana
y del entorno natural. De acuerdo con esta actitud, la única escapatoria
consiste en volver a formas pre-industriales y pre-tecnológicas de relacionarse con la naturaleza, mediante técnicas desarrolladas artesanalmente
sin el concurso del conocimiento científico.
Estas dos actitudes, aparentemente antagónicas, comparten, sin embargo, un elemento en común: una concepcióndeterminista del progreso
tecnocientífico. Para ambas, la ciencia y la tecnología serían procesos
autónomos que se desarrollan de acuerdo con leyes intrínsecas y que
escapan al control humano, pero que, sin embargo, determinan de forma
radical cómo vivimos. Los seres humanos pueden decidir, o no, relacionarse con las modernas tecnologías, pero si lo hacen han de saber que la
evolución de éstas escaparáa su control, como los hechizos escapan al
control del aprendiz de brujo. Ambas actitudes coinciden en admitir la
importancia de los impactos que esa tecnociencia, autónomamente desplegada, produce sobre la vida social y el entorno natural. La diferencia
aparece a la hora de valorar esos impactos: generalmente positivos, para
el tecno-optimista, siempre deplorables, para eltecno-catastrofista.
Hay buenas razones para rechazar el determinismo que está en la
raíz tanto del tecno-optimismo como del tecno-pesimismo, aunque no
me voy a detener ahora examinarlas.2 En cuanto a las actitudes antideterministas, éstas pueden, a su vez, adoptar diversas versiones. Una
es la actitud escéptica de quienes, llevando al extremo la idea de que
la ciencia y la tecnología son una “construcciónsocial”, consideran la
supuesta eficacia de aquéllas un mero ejemplo de persuasión retórica
y sus presuntas virtudes, equiparables a las de cualquier otro producto
cultural. Estos escépticos nos invitarán a dudar tanto de las promesas
como de las amenazas atribuidas a las tecnologías.3 Un ejemplo reciente
y notorio de este escepticismo en acción lo encontramos en la actitud de
la ministra de...
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