Ciencia
Una mañana de 1796, durante las clases del seminario de Arequipa, el obispo Chávez de la Rosa, encontró que el maestro de latín no se había presentadoen su aula y decidió reemplazarlo por ese día. Los alumnos, sin maestro, habían olvidado todos los temas de la lección.El nuevo profesor comprobó el aprendizaje de los alumnos y a cada respuesta equivocada lesprofería la tremenda frase:—¡Al rincón! ¡Quita calzón! —pues estaban en los tiempos de creer que la letra con sangre entra y los castigados recibíanhasta doce azotes en las posaderas. Cuando ya había una docena de arrinconados le llegó su turno al más chiquitín y travieso de la clase.—¿Quid est oratio? —le preguntó el obispo.—¡Al rincón! ¡Quita calzón!- dijo el obispoEl chico obedeció, pero murmurando entre dientes algo que incomodó a su ilustrísima. Obispo: ¿Qué dijiste niño?...
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