Ciencia
El mercado de trabajo sigue discriminando y expulsando a determinados colectivos que a raíz de esta circunstancia han de redoblar sus esfuerzos para conseguir un empleo digno. Mujeres, discapacitados, extranjeros y mayores de 40 años forman parte de ellos. Eva Garrido, experta en la materia,explica las causas y propone medidas para paliar las desigualdades del mercado laboral.
La discriminación laboral empieza en los propios procesos de selección, ya que por razones de sexo, edad, etc., hay CV que son directamente descartados.
Es cierto. Y desde el punto de vista legal hay muy poco que hacer, ya que el empresario tiene total libertad para elegir a las personas que deseacontratar.
Este derecho no es absoluto, no puede entrar en discriminaciones, pero demostrar que han existido es muy difícil. Si una persona considera que ha sido discriminada por razón de sexo, raza, etc., en favor de un candidato peor cualificado, puede interponer una acción judicial aportando datos que confirmen sus sospechas, cosa que es complicada.
Además, la empresa siempre puede decir que se hadecantado por otra persona porque lo que más ha valorado no ha sido el currículum académico sino que ésta posea determinadas cualidades o actitudes personales.
Aunque parezca increíble, ser mujer todavía resta puntos en el mercado laboral.
Se sigue pensando que la mujer tiene que cumplir con el rol de atender a la familia y al hogar y que esa función le impide –sobre todo a las mujeres decierta edad– formarse adecuadamente para ejercer una profesión.
Incluso en los casos en que la mujer tiene un nivel de formación igual o superior al de un hombre se continúa pensando que no es deseable para ocupar un puesto de trabajo porque querrá casarse y tener hijos o cuidar de sus padres mayores. Eso dificultará que pueda dedicarse plenamente al trabajo y, como consecuencia, el empresariodeberá asumir unos costes que puede evitarse si contrata a un hombre.
Al final, ¿la discriminación es siempre una cuestión de dinero?
Efectivamente. Si al empresario se le pudiera garantizar que incorporar a una mujer a su plantilla no le iba a suponer gastos adicionales y dificultades organizativas provocadas por ausencias –bajas maternales, tiempo de lactancia, etc.–, no dudaría a la hora decontratarla.
Pero sabe que la mujer puede tener el deseo, por ejemplo, de ser madre y que la ley la protege. Muchos de los derechos específicos de la mujer en el trabajo crean un efecto bumerán, porque si los ejerce el empresario sale perjudicado.
Esos derechos, en lugar de concedérsele específicamente a la mujer, deberían ser indistintos, tanto para el hombre como para la mujer, y facilitarque fuera el varón quien accediera a ellos a través de ciertos incentivos que beneficiaran a las empresas, por ejemplo con bonificaciones de las cotizaciones a la Seguridad Social.
¿Cree oportuno articular medidas protectoras para la mujer para evitar que sea discriminada en las promociones?
Hay que tener mucho cuidado con las medidas de acción positiva, que favorecen a determinados colectivospara compensar sus desventajas, porque pueden ser contraproducentes.
En el caso de las promociones profesionales, creo que, efectivamente, las mujeres pueden tener más dificultades que los hombres a la hora de acceder a cargos de responsabilidad, pero no soy partidaria de favorecer su ascenso con medidas específicas como las cuotas, entre otras razones porque en muchos casos son las propiasmujeres quienes deciden renunciar a los ascensos.
Lo más adecuado es que sean los representantes de los trabajadores quienes realicen el seguimiento de los procesos de promoción para asegurar que se llevan a cabo con criterios objetivos.
Aunque existen muchos incentivos para la contratación de personas mayores de 45 años siguen estando discriminadas en el mercado laboral, ya que las empresas...
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