ciencia
rechazó el matrimonio para llevar una vida más satisfactoria intelectualmente.
En el siglo XVII, en elque México era todavía el Virreinato de Nueva España, vivía
Juana Inés de la Cruz, reconocida hoy como la primera mujer intelectual de
Latinoamérica. Al verse impedida de vivir su amor porla poesía y las ciencias
Juana eligió el convento, como único espacio de libertad espiritual en un mundo
totalmente masculino.
Sor Juana, cuyo amor por la poesía y las cienciassuperaba lo esperado de una
mujer en la sociedad mexicana de aquel tiempo, eligió los muros del convento
como protección de un espacio de libertad espiritual en un mundo totalmentedominado por los hombres. Fue tolerada por la autoridad eclesiástica sólo
mientras tuvo la protección de la corte. De la amistad con la Virreina María Luisa
surgieron sus más bellos poemas deamor.
La misoginia de la iglesia católica, encarnada en el arzobispo Aguiar y Seijas,
logró finalmente vencer a Sor Juana y la hizo renunciar a sus libros, lo que
significó sumuerte espiritual1
Si analizamos un espectáculo filmado, como Yo, la peor de todas (1990), estamos
en presencia de un sistema semiótico particular, en el cual las relaciones entre elsigno y el sistema semiótico del que forma parte desdoblan el proceso de semiosis
discursiva en instancias modernizadoras intermedias: esta adaptación
cinematográfica se basa en la vidade un personaje histórico, pero mediada por un
texto autobiográfico como Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691) Y el ensayo
Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe (1982) deOctavio Paz.' Por ello
nuestro interés consiste en analizar la propuesta cinematográfica de María Luisa
Bemberg, Yo, la peor de todas, en relación con la obra de Sor Juana Inés de la
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