ciencias
Rubén López Domínguez1
Nuestra especie necesita, y merece,
una ciudadanía con la mente despierta
y una comprensión básica de cómofunciona el mundo.
CARL SAGAN, EL MUNDO Y SUS DEMONIOS.
Nadie puede negar que, en lo general, vivimos inmersos en un medio eminentemente tecno-científico. Los avancescientíficos y tecnológicos no sólo siguen incrementándose, sino que, en algunos países antes y en otros poco después, cada vez se reduce más el tiempo en que los beneficios o el impacto deaquellos llegan al público en forma masiva y a precios más o menos accesibles. Como prueba están la televisión por cable, los teléfonos móviles (llamados “celulares”), el accesoa la Internet, las cámaras fotográficas y televisiones digitales, en el caso de la tecnología; para el caso de las innovaciones relacionadas con la salud, se pueden mencionar lascirugías que corrigen defectos visuales utilizando rayos láser controlados por computadora y con programas (“software”) especiales, y que ahora son más baratas que algunos delos productos mencionados arriba (televisiones digitales y computadoras, por ejemplo), y que mucha gente compra sin pensar en el costo siquiera.
La ciencia y la tecnología sehan hecho tan ubicuas (generalizadas) en muchos países, que se podría afirmar que la mayoría de nosotros poco nos detenemos a reflexionar sobre ello. Por ejemplo, ahoraprácticamente todos los automóviles de modelo reciente traen consigo una computadora (aunque no le veamos monitor, teclado y “ratón”), o usamos rayo láser en nuestros equipos de sonido. Yaquí surge la pregunta: ¿esta ubicuidad de lo tecno-científico ha llegado a un punto tal que la comprensión, al menos general, del fenómeno sea parte ya de nuestra cultura?
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