ciencias
Desde aquellosdías, es mucho lo que se ha dicho o escrito con relación a este tema, siempre acusando a la televisión de cuanto mal pueda ocurrir en el mundo.
Esta tendencia seinscribe, sin duda, dentro de la necesidad que tienen los humanos (muy basada en planos infantiles) de no hacerse responsables por sus actos, sino más bien achacárselos a algunaentidad más poderosa que les controla la voluntad y la conducta.
A pesar de ella, lo cierto es que - nos guste o no - la televisión, el Internet, los teléfonos celularesy todos los adelantos tecnológicos que se han creado, han llegado para quedarse y tenemos que aprender a convivir con ellos.
Desde luego, una mente formada para lacrítica y la libertad sabrá discernir entre los contenidos que contribuyen a su salud y aquellos que solamente están hechos para vender ideas perniciosas o productos que en nadanos ayudarán a vivir mejor.
El problema no es si tenemos “magos de cara de vidrio” en nuestras casas. Las preguntas deben ser, ¿Cómo nos relacionamos con lo que nos llegadesde ese “mundo mágico”? ¿Hemos enseñado a nuestros hijos a seleccionar los mensajes que reciben y a descartar los que amenazan sus escalas valorativas? ¿No somos aveces nosotros mismos los fomentadores de esos antivalores que nos envía la televisión y los acogemos como gratos invitados en nuestra vida personal?
La tecnologíaaudiovisual ha progresado mucho desde que salió a la luz el libro de Eduardo Liendo; pero, los televidentes ¿Hemos avanzado mucho desde entonces?
He ahí la cuestión.
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