CienciasMorales rayorojo

Páginas: 242 (60391 palabras) Publicado: 14 de octubre de 2015
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Ciencias morales

Martín Kohan

EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA

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Diseño de la colección:
Julio Vivas
Ilustración: «Nero e Rosso», © Nino Caffe, VEGAP, Barcelona, 2007
Primera edición española: noviembre 2007
Primera edición impresa en Argentina: noviembre 2007
Cuarta edición impresa en Argentina: marzo 2010
© Martín Kohan, 2007
C/O Guillermo Schavelzon & Asoe., Agencia Literariainfo@schavelzon.com
© EDITORIAL ANAGRAMA, S. A., 2007
Pedró de la Creu, 58
08034 Barcelona
ISBN: 978-84-339-7162-3
Depósito Legal: B. 49547-2007
La presente edición ha sido realizada
por convenio con Riverside Agency, S.A.e.
Impreso en Argentina
Impresión de interior: Grafinor S.A.
Impresión de cubierta: Artes Gráficas del Sur.
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El día 5 de noviembre de 2007, un jurado compuesto por Salvador Clotas,Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge
Herralde, otorgó el XXV Premio Herralde de Novela, por mayoría, a
Ciencias morales, de Martín Kohan.
Resultó finalista Recursos humanos, de Antonio Ortuño.

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JUVENILIA

Alguna vez este colegio, el Colegio Nacional, fue solamente de varones.
En esos tiempos ya distantes, los tiempos del Colegio de Ciencias Morales,
por no decir losmás remotos del Real Colegio de San Carlos, las cosas
debieron ser, por necesidad, más claras y más ordenadas. Es simple:
faltaba ni más ni menos que la mitad de este mundo que ahora lo integra.
Esa mitad hecha de jumpers, de vinchas, esa mitad hecha de cintas y de
hebillas, esa mitad que requirió la instalación de baños aparte en el colegio y vestuarios aparte en el campo de deportes, antes,mucho antes,
en los tiempos de Miguel Cané, en los tiempos del profesor Amadeo
Jacques, sencillamente no existía. El colegio era todo una misma cosa, era
todo de varones. Entonces con toda seguridad las actividades transcurrían
de manera más sosegada, o por lo menos eso presume ahora, en el
estado de distracción que la gana hacia el final del segundo recreo de la
tarde, la preceptora de tercerodécima, a quien todos conocen por María
Teresa sin sospechar que en su casa, a la noche, le dicen Marita. Eso
piensa, abstraída, aunque vigilante en la apariencia, María Teresa, la preceptora de tercero décima, cuando de los diez minutos que corresponden
a este segundo recreo de la tarde ya van pasando más de ocho. Y lo
piensa sin distinguir que, de regir todavía las normas de aquellas épocas
deesplendor, ella misma no podría ocupar ahora el puesto que ocupa en
el colegio, porque del mismo modo y por las mismas razones por las que
no había alumnas en el establecimiento, ni había profesoras, tampoco
había preceptoras. Ese mundo no estaba, como está éste, partido en dos;
lo que había que hacer congeniar, llegado el caso, según se ve en ese
clásico literario del colegio que se llama Juvenilia y quelos alumnos
actuales, por ignorancia o por mala fe, se obcecan en pronunciar
«Juvenilla», era otra cosa: era la convivencia pacífica de los alumnos
porteños con los alumnos del interior del país. No faltaban alborotos por
esa causa, y hasta reyertas con magulladuras varias, pero nada de eso
podía compararse con lo que supone vigilar esta otra realidad de los
varones y las mujeres existiendo encontinua proximidad. Que los
porteños se pelearan con los provincianos no dejaba de expresar, al fin de
cuentas, una verdad profunda de la historia argentina, y en esto el colegio
ya era lo que estaba destinado a ser: un selecto resumen de la nación
entera. ¿O acaso Bartolomé Mitre, el fundador del colegio, no había
derrotado al entrerriano Urquiza para siempre y para bien, en la batalla de
Pavón?¿O acaso antes el tirano federal Juan Manuel de Rosas no había
mantenido el colegio cerrado, en el período de sombras con que afligió
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largamente a la Argentina? ¿No quiso, acaso, ingresar al colegio Domingo
Sarmiento, el sanjuanino, sin lograrlo? ¿No lo consiguió, acaso, en
cambio, el tucumano Juan Bautista Alberdi, resintiendo a Sarmiento por el
resto de su vida? Que se pelearan entre sí...
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