Cinco horas con mario. miguel delibes
MANUEL GONZÁLEZ DE ÁVILA
Universidad de Salamanca
«Con los ojos del deseo-Ios más avizores de todos» Azortn
¿De dónde saca la descripción azoriniana la osadía necesaria para apoderarse del cuerpo de la novela, hasta el punto de condenar lo que no es descripción a un segundo plano casi ofensivo, casiridículo? Y, ¿cómo llega a permitirse el narrador de dicha novela, aun sabiendo que la descripción fatiga (Debray-Genette, 1980: 293), asestar al lector semejante saturación de pasajes descriptivos, entre los cuales se cuentan no pocos de esta índole?:
En la era está formado, a una banda, el gavillar. Las gavillas han de ser extendidas por toda la era; han de ser luego pasadas y repasadas por eltrillo. La paja y el grano habrán de ser aventados. A una parte quedará el grano; a la otra, la paja; de la paja, la más menuda volará más lejos; la más larga formará una espesa capa más cerca. El grano pasará por el harnero; en el harnero quedarán los granzones; el grano limpio habrá formado un montón. El grano irá al moUno; en el molino lo molerán. La harina 293
será vendida a los panaderos.Los panaderos amasarán el pan; el pan será cocido. Cocido el pan, será llevado a la mesa... Desde el gavillar hasta el blanco mantel se ha corrido mucho espacio.
Las frases citadas fíguran en la página 204 de la obra que va a ocuparme en lo sucesivo: Doña Inés, subtitulada por Azorín Historia de amor^. Por mucha benevolencia que se ponga en el examen del párrafo, ni su ordenado atildamiento nila rítmica concatenación de sus secuencias logran justificar la banalidad de lo que se presenta de entrada como un aluvión lingüístico comparable al discurso logorreico de ciertos esquizofrénicos, empeñados en constatar con facundo asombro las más patentes cualidades de algún objeto cotidiano. Se diría que la descripción no tiene aquí otrofinque hacer dable el empleo de un par de vocablos pococomunes con fuerte sabor campesino: «harnero» y «granzones». Ese paladeo moroso de la palabra desusada, de la materialidad onomástica — rasgo propio del lenguaje descriptivo (Hamon, 1980: 73)—, se constituye en efecto desde muy temprano en nota dominante de la escritura azoríniana. Pero lo sorprendente de la técnica descriptiva de Azorín reside en que el autor la aplica con idéntico entusiasmo tantoa los panoramas naturales y a los objetos fabricados como a los mismos personajes de sus narraciones (¿las llamaremos todavía así?); es decir, a los tres ordenes básicos de significación: la Naturaleza, la Cultura y el Cuerpo. Este método exploratorio admite un primer comentario poco circunstanciado: Azorín pone en juego con su estilo descriptivo una visión prismática de la realidad, mediante laque separa, aisla primero, y analiza después, los objetos que contempla, y gracias a ello logra desintegrar su forma global en una multiplicidad de fragmentos en la que se complace, y que no le interesa volver a reunir más tarde bajo el palio de un concepto^. Tal fenómeno ha sido definido de modo semejante por numerosos críticos, de entre los cuales recordaré a uno solo, L. Livingstone, cuyoestudio Tema y forma en la novelas de Azorín (1970) va a servirme en adelante de idóneo contrapunto. Afirma Livingstone que el autor mostró con el tiempo una cada vez más acusada propensión hacia el cultivo de lo incompleto, de lo inorgánico y de lo fragmentario (1970: 234), lo que no ofrece dudas. Ahora bien, preguntarse por los motivos de tal tendencia, y no sólo satisfacerse con enunciarlallanamente, pa' Edición utilizada: ELENA CATENA (1973). Madrid: Castalia. ^ Lx> cual convierte a Azorfn en claro precursor de la posmodemidad, también llamada «era neobaiToca> {vid. CALABRESE, 1987). No me extenderé aquí, empero, sobre herencias ni precedencias estéticas, sino exclusivamente sobre las razones psicológicas profundas de un componamiento estilístico —sin que ello suponga negar por otro lado...
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