Cine
Se narra en el libro de Melecio Montaña “Entre el Cielo y el Llano” que hace muchos años, en las ilímites llanuras colombo-venezolanas existieron dos hombres muy famosos por suautosuficiencia en la vida recia del hombre sabanero; eran compañeros inseparables y conocidos plenamente por apodos o motes: a uno le decían Carrao y al otro Mayalito.
El primero, o sea ‘Carrao”,era un hombre de esos llaneros que nunca conocen el miedo y sienten placer desafiando el peligro; hombre resuelto, amigo de los caminos en las noches oscuras, gran baquiano de la llanura yextraordinario jinete: ningún caballo había logrado quitárselo de los lomos por muy bravo que fuera, como nunca un toro bravo había logrado tocarlo con sus cuernos.
Carrao era feliz andando en plenas tormentasnocturnas, no le importaba que su caballo fuera salvaje, más hombre se sentía, era tanta la confianza que se tenía que sabía que nunca se caería de un caballo, pues sus piernas habían nacido para domarcaballos fieros. Mayalito, su inseparable compañero y amigo, por el contrario, era su polo opuesto: un hombre aplomado, juicioso y talentoso en todos sus aspectos, fiel sabedor de que con lanaturaleza llanera no se puede jugar demasiado porque es severa, claro que sin dejar, eso sí, de ser un hombre de gran coraje como todo buen llanero, de invaluables cualidades en el campo glorioso del diariotrajinar sobre un suelo plano de grandes horizontes, de burda sabana abierta, de ensoñadores paisajes. de incontable ganadería salvaje y cimarrones, de contorsionados y caudalosos ríos, de plateadoresesteros,
de señoriales palmeras y lindos morichales, de relámpagos y rayos; de ensordecedores truenos, de persistentes aguaceros, de colombianísimas tribus indígenas, de hombres que por Dios tienenun requinto sonoro y por ley una copla en los labios, de niños que nacen hombres para enfrentarse a una naturaleza bravía, de un sol ardiente, una luna placentera, de una mesada de suelo pequeñito y...
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