Circo de cristal

Unos apuntes sobre la versión escolar de La Flauta Mágica que Peter Brook llevó a Madrid en Mayo del 2011. Elenco del sábado 21, tarde. Magnífica Pamina, también Papagena muy por encima de todo lodemás. No vi por ningún lado, salvo en contadas ocurrencias cómicas, muy atribuibles a los intérpretes, la genialidad del reputado director. Faltaba ingenio, y sobre todo trabajo. Ningún joven directorcon ilusión se hubiera conformado con la mayoría de las soluciones que nos propone Peter Brook. Faltaba humildad en esta puesta en escena... Faltaba libertad... Porque la pobreza que desde hace añospostula Brook actuó como un fantasma represor sobre toda la obra. Represión es no permitirse usar una flauta o la siringa de papageno para hacerlas sonar cuando la historia lo requería. Un tipo depobreza muy cuestionable es usar una y otra vez el mismo objeto y hacerlo significar cosas antitéticas. O conformarse con cantantes como el Tamino, de voz en extremo aguda y apariencia más bien bovina. Ocon una partitura para piano que en los recitativos se volvía abrupta y poco imaginativa. O con esa escena de las pruebas del fuego y el agua. Vimos el fuego ¿Dónde estaba el agua? Por no hablar dela música espantosa que sonaba en ese momento crucial, y que en la partitura original es de una sencillez y belleza fascinantes. Sarastro y la Reina de la noche no resultaban nada imponentes, y elcuento así, claudicación tras claudicación, se va desvirtuando. La visita de la Reina a Pamina estaba horriblemente mal concebida... William Nadylam, el actor negro que ya vi en otra irreflexiva propuestade Brook, Hamlet, despliega aquí de nuevo su repertorio de gestos entre chulescos y enigmáticos. Un tipo con una presencia incuestionable, tanta que anula todo a su alrededor. A él encomienda eldirector poner fin a esta función de bachillerato. Pero primero los abnegados cantantes, en la transición entre escenas más desafortunada de todas, han de recoger los dichosos juncos que han caído con...