Ciudad Neoclasica
Durante gran parte del siglo XIX, las obras de arquitectura del mundo occidental se expresan a través del lenguaje estilísticoneoclásico. A las propuestas conceptuales que surgen a modo de vanguardia durante la segunda mitad del siglo XVIII, dirigidas a la revalorización de la ruina y de los vestigios clásicos, le siguió undesesperante ejercicio social que tiende por naturalidad a reproducir los usos y las costumbres de la antigüedad.
Las arquitecturas y urbanismos neoclásicos surgidos a partir de los planteamientosconceptuales y de las obras de arquitectos franceses (desde Boulleé, Ledoux y Soufflot), tienen gran resonancia en la clase política y social de América del Sur, no por la cultura que ésta podíaexhibir en la materia, sino por el efecto grandilocuente de sus expresiones. Un buen número de las ciudades capitales del continente basan sus transformaciones más significativas durante las primerasetapas republicanas en el afrancesamiento de los modos y de los ámbitos de vida.
La reacción en contra de los colonialismos hispanos, encuentra en lo francés un lenguaje apropiado para expresar a losojos de la población el nuevo estado independiente de la cosa pública. No había ciudad que se preciase como tal, que no insinuase una propuesta de mejora y ornato asentada en la reproducción a unaescala menor, anecdótica a veces, de la ciudad de París. La capital francesa era la ciudad de la luz y de la belleza. El viaje a Roma de los intelectuales y de los artistas de décadas anteriores, secambia por el viaje a París: lugar del amor y del brillo social. De París llegan las modas, las vanguardias y las sedas, incluso los niños...
El escenario arquitectónico chileno no estuvo ajeno a ello. Apartir de la llegada del arquitecto italiano Joaquín Toesca (1760), la ciudad de Santiago de Chile comienza a experimentar una interesante transformación de las construcciones y de los espacios...
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