Clipperton Isla Mexicana
Miguel González Avelar es un hombre polifacético. Jurista, político, literato,1 coleccionista de arte -dotado de un criterio certero- y, además, un observador que integra una visión cosmopolita de intelectual moderno con un sólido conocimiento de lo mexicano, y un profundo amor a este polifacéticopaís.
Varias de estas calidades se corroboran recíprocamente en este estudio sobre la Isla de Clipperton, un atolón pequeño (pero que sigue creciendo) de origen tanto volcánico como coralino. Esta pequeña isla dio lugar a una sonada controversia entre Francia y México, en la que ambos países presentaron argumentos para reclamar la soberanía sobre ella. En 19022 México se sometió formalmente a unarbitraje internacional sobre este tema, y en virtud del laudo de 1931, pronunciado por Víctor Manuel III, rey de Italia, México finalmente tuvo que renunciar a Clipperton.
El presente libro tiene, evidentemente, una predominante dimensión histórica, compenetrada de consideraciones jurídicas. El autor formula en éstas una severa crítica del laudo de 1931, por el cual el rey de Italia adjudicó laisla a Francia. Aunque Ortiz Rubio sometió el caso todavía a una amplia discusión, predominó el principio de, también en el campo de los compromisos de arbitraje, pacta sunt servanda, de manera que en 19343 México puso su Constitución al tono con el laudo4 y Francia tomó posesión del atolón el 26 de enero de 1935. En aquel entonces esto no causó grandes perjuicios materiales a México, pero ahora,a la luz de la teoría y práctica del mar patrimonial este laudo nos priva de un área considerable del océano, y del respectivo derecho de pesca, pero, además, de un suelo submarino de eventual interés para la minería subacuática.5
No se trata de un tema totalmente novedoso, tierra incógnita dentro de la literatura internacionalista mexicana o extranjera: algunos prestigiados autores ya lo hantratado, -entre ellos nuestro Antonio Gómez Robledo6 o el catedrático norteamericano Jimmy M. Skaggs,7 al lado de un puñado de estudiantes mexicanos que han dedicado sus tesis al caso de Clipperton.8 Dentro de este panorama biblio- gráfico, sin embargo, el presente libro de ningún modo pertenece a la amplia categoría de los "refritos" que demasiado frecuentemente vienen a abultar nuestrasbibliografías jurídicas; y a pesar del gran talento estilístico de nuestro autor, el mérito de este nuevo libro no se limita del todo a la presentación de los aspectos novelescos del caso -con aquella agradable salsa de ironía aristócrata que es una de las especialidades del autor-: sus méritos van más lejos, y el presente estudio representa un nuevo eslabón sustancial dentro de la discusión jurídica sobreel caso de Clipperton.
Es que, como director del Instituto Matías Romero, el autor ha tenido un íntimo contacto con los archivos relacionados con este tema; y también desde otros ángulos su obsesión de investigador ha traído varios nuevos datos hacia la discusión sobre el laudo de 1931; también en cuanto a la cartografía, una rama que ofrece materiales tanto más analizables y analizados en laactualidad que en los años del laudo, debido a la colaboración académica internacional y las enormes facilidades actuales de fotocopiar.
Además de los nuevos datos cartográficos, este libro nos muestra el laudo de 1931 contra el fondo de la posición del rey-árbitro, Víctor Manuel III, en la Italia de Mussolini, pero también dentro del juego de las fuerzas internacionales de aquellos años, y suanálisis sugiere que nuestro árbitro no simplemente haya funcionado arbitrariamente (algo que ya sería bastante grave) sino inclusive interesadamente, cosa imperdonable en tales casos.
Otro mérito del libro es el de reproducir las conclusiones del abultado alegato final presentado por los abogados italianos que representaron a México (pp. 194-201), texto muy interesante pero, según parece,...
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