Clostridiosis
1. Generalidades.
Las infecciones por clostridios constituyen uno de los capítulos más importantes de la infectología de los grandes y pequeños rumiantes. Son muy comunes, al punto de que es imposible pensar en no vacunar contra estas enfermedades en un establecimiento, y, cuando se trata de criar lanares, deben recibir no menos de 2 vacunas anuales porque la prevalencia de las clostridiosis es altísima. Las clostridiosis deben ser una presencia constante en el manejo sanitario de un establecimiento ovino ó caprino. Si no se las tiene presentes, los resultados pueden ser desas‐ trosos. Comencemos por definirlas como las enfermedades toxiinfecciosas causadas por la proliferación de gérmenes del género Clostridium, bacterias anaerobias, grampositivas, rela‐tivamente grandes, que tienen la capacidad de formar esporas deformantes y ovaladas, y que tienen forma de bastones. Se suelen presentar tanto aislados como de a pares como en largas cadenas, y pa‐ ra diferenciarlos se debe recurrir a sus diferencias morfológicas, bioquímicas, culturales y a la sintomatología que causan en el animal afectado. Son enfermedades conocidas desde la antigüedad, que se caracterizan por ser súbitas, por la alta tasa de prevalencia y la alta tasa de mortalidad de los enfermos (alta tasa de letalidad). Es notable la amplia distribución de estos microorganismos en la naturaleza, tanto en el medio ambiente como dentro del tubo digestivo de los rumiantes, claro que no todos ellos son patógenos, sino que algunos clostridios son inofensivos, y otros conviven en forma saprofítica hasta que un día se dan las condiciones ecológicas para su proliferación y provocan un trastorno generalmente agudo o sobreagudo, producto de las toxinas que elaboran en gran cantidad al multiplicarse activamente. Con respecto a la capacidad de elaborar toxinas, esta es una de sus características más notables, ya que son elaboradas dentro de las bacterias (endotoxinas) y luego secretadas al medio exterior, con lo que provocan una toxemia que puede tener varios efectos perjudicia‐ les para el huésped. Esta reproducción casi descontrolada de clostridios puede ser hecha en una heri‐ da contaminada, en una zona desvitalizada y con trastornos circulatorios a consecuencia de un traumatismo, ó puede tener lugar en el propio tubo digestivo del huésped porque coinciden una serie de factores que analizaremos más profundamente al hablar de enterotoxemias. Basados en estos hechos, tradicionalmente se han dividido a las clostridiosis en 2 grupos, por un lado aquellas infecciones en las cuales los gérmenes invaden una zona espe‐ cialmente predispuesta del organismo animal y allí se multiplican activamente secretando toxinas que invaden todo el huésped superando sus defensas, y, por otro lado, las toxiinfec‐
ciones que resultan de la multiplicación descontrolada de clostridios que ya viven en el interior del animal, y que dan por resultado la producción de grandes cantidades de toxina que se ab‐ sorbe desde el tubo digestivo hacia todo el organismo. Dentro del primer grupo, el de las clostridiosis invasoras, se encuentran las deno‐ minadas gangrenas gaseosas, caracterizadas por una infección anaeróbica con intensa multi‐ plicación bacteriana y por supuesto producción de toxinas. Siempre hay un factor iniciador y predisponente que rompe el equilibrio existente entre animal y medio ambiente contaminado, y ese factor puede ser traumático, heridas accidentales o provocadas por el hombre (heridas de esquila, castraciones, señalada, descole, intervenciones quirúrgicas, pinchazos), ó producto de pésimas condiciones higiénicas del instrumental y del ambiente. El segundo grupo, el de las toxiinfecciones causadas por clostridios que viven de‐ ntro del tubo digestivo, es el denominado grupo de las enterotoxemias, de gran importancia en los rumiantes, ...
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