Clozz
Páginas: 8 (1752 palabras)
Publicado: 27 de enero de 2013
Había sonado la campana. Finalizó la clase. A pesar del dolor de cabeza que todavía sentía estaba muy satisfecha con la participación de los estudiantes. Despachó al grupo con una sonrisa y un “los veo mañana”, y empezó el agudo dolor que sentía detrás de los ojos. Hacía ya unos cuantos meses que padecía intermitentes dolores de cabeza. Había acudido al médico, yéste le había recetado analgésicos para aliviarle el dolor. Esta vez había notado unos síntomas distintos. Además del dolor de cabeza su visión se oscurecía.
Días después, perdió la vista. Su vida quedó totalmente oscura. Un profundo sentido de desamparo la embargaba. Era maestra por vocación, y ahora, ya no podía continuar enseñando… ¡no de la manera tradicional, por supuesto! ¡Pero, enseñar erasu vida! Tenía que continuar haciéndolo…
La oportunidad, que favorece siempre al que obra con fe, puso en su camino los instrumentos necesarios para lograrlo. Consiguió una beca para estudiar pedagogía de ciegos en los Estados Unidos. Después de haber terminado exitosamente los estudios en el Instituto Perkins de Boston, regresó a su patria, y a su vocación de maestra. Regresaba para enseñar ainvidentes. En el año 1919, y con la ayuda del escritor Cayetano Coll y Cuchí, logró que la legislatura aprobara un proyecto de ley para establecer la primera escuela para ciegos de Puerto Rico.
Loaíza Cordero volvió al aula a enseñar y a dirigir con bríos su hermoso proyecto. Los frutos no se hicieron esperar. Había llevado la esperanza de una vida mejor a cientos de invidentes. Ya no eranecesario que las personas ciegas se presentaran frente a las iglesias y en las plazas públicas a mendigar. Ahora tenían la oportunidad de instruirse, de ser personas útiles y productivas. Cientos de invidentes triunfaron. Tenían la inteligencia y el deseo, sólo faltaban los instrumentos para vencer su discapacidad.
Incansable, Loaíza, dirigió hasta su jubilación el Instituto que hoy lleva sunombre. -Dios pone a cada cual en el lugar donde se necesita -pensaba ella. Y así fue, porque después de jubilada, y poco antes de su muerte, le sucedió lo que parecía imposible; recobró la vista.
Los dos viejos.
Vivían en la misma aldea dos ancianos. Uno era honrado y dulce; el otro, de avinagrada voz y ojos astutos, era envidioso y avaro. Como las dos casas estaban frente a frente, el envidiosose pasaba el día observando a su vecino. Se enojaba cuando advertía que las hortalizas del buen viejo estaban más lozanas que las suyas, o si llegaban a su casa más gorriones.
El aldeano de buen corazón tenía un perro al que quería mucho. Cierto día observó que escarbaba en un rincón del huerto y no cesaba de ladrar.
–¿Qué te pasa? –le preguntó el viejo.
Y el fiel animal, sin dejar deescarbar, siguió ladrando y dando aullidos. Al fin, el buen anciano cogió un azadón y comenzó a cavar. Al poco rato su herramienta chocó con algo duro: era un antiguo cofre, cubierto de moho. Lo abrió, y en su interior encontró un maravilloso tesoro.
El vecino envidioso había visto todo. “¿Por qué –se decía– siempre le saldrán bien las cosas a ese vejete?” Por la tarde, dominando su rabia, se presentócon el agraciado.
–Amigo, no soy fisgón, bien lo sabes, pero los aullidos de tu perro eran tan insistentes que quise ver si pasa algo. ¿Me prestas a tu perro unos días?
El buen viejo estuvo de acuerdo, y el envidioso se llevó el perro.
A los pocos días lo vio escarbar junto al tronco de un árbol, y creyó que había encontrado otro tesoro. Al fin iba a ser rico y poderoso. Corrió en busca de unazadón. Al regresar vio que el can seguía aún escarbando.
Se puso a cavar ansiosamente, pero no encontraba nada. Luego de descansar un rato, volvió a la tarea. De pronto, el azadón golpeó con algo. ¡Al fin! Dejó la herramienta y escarbó ávidamente con las manos. ¿Sería su cofre? Entre la tierra aparecieron sólo trozos de madera carcomida, piedras rotas, trapos sucios. El viejo volvió a cavar con...
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