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COCINAS SOLARES: RAYOS DE TRANSFORMACION
por Darwin O’Ryan Curtis y Louise Meyer
Publicado en Américas, Abril 2005
Ruth Saavedra de Whitfield es una empresaria social de Cochabamba profundamente preocupada por la dura vida que llevan sus compatriotas. En el espíritu de la conservacionista keniana Wangari Maathai, los ayuda a ayudarse a sí mismos. Como Maathai, el contagioso entusiasmo deRuth por sus productos y su ilimitada energía han ejercido un impacto más allá de su comunidad y ahora más allá de Bolivia.
Ruth vende el medio de librarse de la monotonía diaria, la protección de daños corporales, ahorro financiero y una mejor calidad de vida.
Ruth vende cocinas solares.
Con su marido David, que dirige el Centro de Desarrollo en Energía Solar, una organización no gubernamentalboliviana, en los últimos años ha recorrido una aldea tras otra del país haciendo demostraciones de la cocina solar. Ofrecen a los interesados materiales e instrucciones para construir sus propias cocinas, y luego les enseñan la forma de usarlas. David y Ruth pasan una semana en cada comunidad.
Algunas personas pueden pagar el costo de la cocina. A otras les ofrecen un contrato de trueque medianteel que se comprometen a construir otras cocinas para la comunidad o a capacitar a los vecinos sobre la forma de usarlas. Las mujeres pueden transformarse aprendiendo a cocinar con cocinas solares. Ruth dice refiriéndose a una de sus estudiantes: «Antes, Carmen Vidal no se daba valor a sí misma, hasta que aprendió a usar las cocinas solares y captó el beneficio de las mismas para las familiasbolivianas. Ahora Carmen es mi mejor capacitadora».
En 2000, el alcalde de Cochabamba escribió respaldando la participación de David en el Programa Internacional de Premios Tecnológicos: «Obviamente, esta tecnología ha mejorado la vida de personas de bajos ingresos en nuestra zona… La demanda de estas cocinas es superior a la que puede satisfacer la oferta actual».
«¿Cocinas solares?», cabepreguntarse. «¿Funcionan esas cosas?».
No sólo funcionan, pueden proteger a las mujeres y a los niños de la pandemia de enfermedades respiratorias causada por la inhalación del humo de leña. Pueden liberar a las mujeres del agobiante trabajo de recoger leña y de las horas insumidas en prender el fuego. Pueden reducir la degradación del medio ambiente causada por la provisión insostenible de forraje ypor el dióxido de carbono que se desprende al quemar la leña.
En 1995, Hubert-Paul Normil, director del programa de energía solar de la misión de la Iglesia Metodista Libre de Puerto Príncipe, Haití, realizó una encuesta entre las mujeres que había enseñado a cocinar con cocinas solares, preguntándoles sobre el uso que daban a esos instrumentos.
Una participante dijo a Normil que en los dos añostranscurridos desde que había adquirido la cocina solar la utilizaba cada vez que salía el sol, porque el combustible era gratis. Compró carbón para los días nublados. Cocinaba de todo —frijoles, arroz, carne— para una familia de ocho personas.
«A veces cocino dos veces al día», dijo. «Empiezo a las nueve de la mañana y alrededor de las diez la olla se calienta lo suficiente como para cocinar. Alas once ya está cocinada la comida y puedo volver a utilizarla. La comida tiene muy buen gusto. Estoy muy contenta con mi cocina».
Menos conocidas que la crisis haitiana son condiciones similares que ocurren en toda América Latina. El costo del combustible para cocinar constituye un importante drenaje en los presupuestos familiares. Por ejemplo, un investigador de la Queen’s University, deKingston, Canadá, escribió en 2002 desde el Altiplano boliviano, que «muchas comunidades… experimentan una gran necesidad de una nueva fuente de energía para cocinar... prácticamente la leña se ha extinguido».
Pedro Serrano, activista ambiental de Santiago, Chile, informó en 2001 que «los planificadores estiman que en el norte de Chile hay 300.000 potenciales usuarios de cocinas solares… En cada...