Cod 2142603 Haniel Y La Rana Plateada


LA GRAN AVENTURA DE HANIEL Y LA RANA PLATEADA

A mediados del siglo V, vivía un rey famoso por su sabiduría y conocimiento de las cosas más íntimas y secretas en todo el mundo, pues se decía que los aires de todos los rincones de la tierra venían a él y se las contaban. El Rey tenía una singular costumbre: todos los días a la hora del almuerzo, un sirviente de confianza llamado Haniel, leservía un plato exclusivo. Este plato siempre estaba tapado y nadie sabía lo que contenía, ni el mismo Haniel, pues el rey no destapaba ni comía del plato, hasta que se encontrara completamente solo.

Las cosas siguieron así durante mucho tiempo, hasta que un día, Haniel con gran curiosidad, se llevó el plato del rey a su habitación. Allí, con mucho cuidado, destapó el plato y vio dentro de esteuna rana plateada. No pudo evitar el antojo de probarla, así que cortó un pedacito de rana y se lo llevó a la boca. Apenas la tocó con la lengua, oyó un extraño susurro de voces melodiosas que venían de la ventana; al acercarse y prestar oído, observó que eran pájaros que hablaban entre sí, contándose miles de cosas acerca de qué veían en los campos y bosques cerca al palacio. Haniel, asombrado, se diocuenta que al comer aquel pedacito de rana, había adquirido la capacidad de hablar con los animales.

Sucedió que ese mismo día se extravió la sortija más hermosa de la reina, y la sospecha recayó sobre el fiel servidor, el cual tenía acceso a todas las habitaciones. El rey mandó a llamar a Haniel inmediatamente y apenas este entró, el rey con gran furia dijo:
—Si no logras descubrir al ladrónhoy, te culparé de robo y serás ajusticiado.
Haniel no tuvo oportunidad de hablar, pues el rey hizo que se saliera sin decir una sola palabra. Lleno de temor y llanto, bajó al patio buscando la manera de salir del problema, cuando de repente observó tres patos que descansaban tranquilamente en el arroyo, alisándose las plumas con el pico y sosteniendo una animada conversación. Uno de ellos dijo:—Gracias a que me he tragado la sortija de la reina, siento un peso horrible en mi buche.
Sin pensarlo más, Haniel tomó el pato por el cuello, lo llevó a la cocina y dijo al cocinero:
—Mata este, es el más gordo de todos.
—Dices verdad - asintió el cocinero sopesándolo con la mano.
El cocinero le Cortó el cuello y al vaciarlo, apareció en su estómago el anillo de la reina. Fácil le fue a Hanielprobar al Rey su inocencia y queriendo éste reparar su injusticia, ofreció a Haniel la gracia de elegir el cargo que más apeteciera en su corte.

Haniel rechazó este honor y se limitó únicamente a pedir un caballo y dinero para un viaje, pues deseaba ver el mundo y pasarse un tiempo recorriéndole. Otorgada su petición, se puso en camino. Un buen día llegó a un estanque, donde observó tres peces quehabían quedado aprisionados entre las cañas y luchaban, jadeantes, por volver al agua. Haniel entendió muy bien las quejas de aquellos animales que se lamentaban por estar condenados a una muerte tan miserable. Siendo, como era, de corazón compasivo, devolvió los tres peces al agua. Coleteando de alegría y asomando las cabezas, le dijeron:
—Nos acordaremos de que nos salvaste la vida, y estaremosen deuda contigo.
Haniel siguió cabalgando y al cabo de un rato, le pareció haber escuchado una voz procedente de la arena. Agudizando el oído, se dio cuenta que tenía a sus pies al rey de las hormigas que se quejaba:
— ¡Si al menos este hombre, con su torpe animal, nos dejaran tranquilas; este caballo estúpido, con sus pesados cascos, está aplastando sin compasión a mi gente!
Haniel diovuelta hacia un camino que estaba al lado, y el rey de las hormigas le gritó:
— ¡Nos acordaremos y te lo pagaremos!
La ruta lo condujo a un bosque, y allí vio una pareja de cuervos que, al borde de su nido, arrojaban de él a sus hijos:
— ¡Fuera de aquí, sin vergüenzas! no podemos mantenerlos más; ya tienen edad para buscar su propia comida.
Los pobres pequeñuelos estaban en el suelo, agitando...