Cogitaciones misioneras 7
Para esta ocasión tuvimos la compañía de 21 personas de la Iglesia Alianza Cristiana del Poblado de Medellín, quienes, con entereza y mucha disposición, viajaronpor más de 12 horas para llegar hasta el puerto del pacífico Colombiano.
No es mi intención narrar los pormenores de este evento, pero sí declarar públicamente que desde el año pasado presentamos a nuestro Señor Jesucristo nuestra petición de tenerlos entre nosotros.
Estas oraciones fueron escuchadas y por ello damos infinitas gracias al Dios de Israel por brindarnos la oportunidad de conocera personas tan maravillosas, maleables al aprendizaje del entorno y dispuestas al trato divino.
De igual forma, agradecemos todos los aportes que ellos mismos dispusieron en torno a los viajes: medicamentos, víveres, sus conocimientos de acuerdo a sus profesiones y, sobre todo, sus “ansias” de experimentar una salida misionera.
En esa semana tuve la oportunidad de compartir con dos grupos:uno que viajó a la localidad de Guadualito y el otro que se desplazó a Nuevo Pitalito, comunidad indígena de los Waunann. Con ambos mis experiencias fueron distintas.
En el primero, encontré a unos “paisas” con un alto grado de sensibilidad por las necesidades de las personas de esta zona[1], su compenetración por conocer y difundir a campo traviesa el evangelio, sin interesar las condicionesclimáticas o dificultades comunes del transitar por puentes de palos, barrizales, picaduras de jejenes o el adaptarse a un medio de transporte como los “potrillos”[2].
Pude observar cómo Paula Andrea confirmaba su don de sanidad y alegrarme por las primeras enseñanzas de Diego a la comunidad de Guadualito.
Pero lo más sorprendente de todo, fue cómo se hicieron querer por el Pastor Máximo ysu esposa Dora y cómo ellos nos acogieron con tanto cariño. Realmente sentía que sus atenciones y sus manifestaciones de aprecio para con nosotros, hicieron que los lazos de amistad y hermandad fueran creciendo durante nuestra estadía con ellos.
Para el Pastor y su esposa, los “paisas” fueron nuevos hijos, nuevos hermanos, nueva familia. Estoy seguro que en medio de las misiones, en medio delcontacto con otras personas, un suceso extraordinario en el cuerpo de Cristo, que se experimenta, es el acercamiento y la profundización de las relaciones entre hermanos.
Este es un beneficio que a veces nos hace llorar en el momento de las despedidas y no hace suspirar por el reencuentro en futuras ocasiones, y tiene en el fondo un especial ingrediente de “aliento misionero”.
Lo que quierodecir es, simplemente, que no podemos perder de vista este aspecto socio-emocional para continuar en nuestros quehaceres misioneros y en el fortalecimiento de nuestras relaciones, así como el ampliar nuestros círculos de contactos.
El “extrañarnos, entrañablemente”, con profundidad del alma, me lleva a establecer puentes de continuidad en este llamado que Dios me ha hecho. No olvidemos a losque conocimos, ni los lugares que visitamos ni mucho menos a quienes nos acompañaron en esta bendita y única experiencia que sólo Dios sabe ofrecernos.
Para el segundo grupo, el que viajó a Nuevo Pitalito, comunidad indígena de los Waunann, mi impresión fue distinta. Llegué cuando ellos ya tenían toda una impresión del lugar y una programación ya definida.
Seguramente se dieron cuenta quemucho de lo que nosotros les habíamos informado acerca de la comunidad indígena era cierto y otra relativamente acertada.
Considerando que la labor de observación está mimetizado por el observador mismo, la realidad se presenta distinta según las épocas y las disposiciones de quienes participan, o quizás, la nueva realidad varía según los trabajos anteriores que se hayan hecho.
Aquí lo...
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