Coincidencia

- “Adolfo, ¿crees en casualidades?”.
- “No es que no crea sino que nunca me han pasado”.

Alguien alguna vez me han hecho esa pregunta y mi respuesta fue en realidad sincera.

Nunca me habíapasado alguna que revistiera mayor importancia para el cotidiano ir y venir de mi vida. Un tiempo después recordé esa misma pregunta y se me vino una loca idea a la mente sobre una casualidadbastante perversa e improbable que le pudiera pasar a cualquier persona. Intentaré retratarla de la manera más descriptiva posible para que su entendimiento no tenga confusiones.

- Un día cualquierasalí de la universidad y me disponía ir de camino hacia el lugar del centro en que se toman los autobuses. Eran eso de las 5:30 de la tarde y el panorama era casi que predecible: fuerte brisa y unamultitud que parece crecer a cada instante y que hace de las caminatas por el centro de la ciudad algo insoportable.

De camino hacia ese lugar y relativamente cerca a la universidad, se puedenencontrar almacenes en los que se vende de todo tipo de mercancías: zapatos, ropa, juguetes, joyerías, panaderías, pizzerías, almacenes de cadena, etc. Pero también podemos encontrar, discotecas, tiendas, yresidencias (estas últimas tienen a la entrada, no sé por qué, largas escaleras que terminan a escasos dos metros de la entrada principal de dicho local, encontrándose en la parte de arriba larecepción y las habitaciones).

- En el camino, como a dos locales de una residencia, metí mi mano al bolsillo izquierdo del jean para sacar el dinero con el que iba a cancelar el autobús. Tenía en elbolsillo, billetes, monedas, un esfero, un teléfono móvil y las llaves de mi casa.

Hacerse una imagen de este escena, trae a la mente de cualquier persona la idea un jean con grandes bolsillos yeste último bastante congestionado por llevar tantas cosas en un lugar comúnmente reducido y destinado a una o dos cosas. Un bolsillo así de congestionado, como el mío, llamaría inevitablemente la...