Colapso mental


Colapso mental.
Capítulo uno
“Toma mi pulso…Esto es estúpido…Despiértame o piérdeme.”
Habían pasado dos días desde que entré a ese lugar, tres semanas desde el último incidente y cinco meses desde que murió Harin, mi hermana menor. Fue entonces la pérdida más dolorosa en mi vida, dejarla ir a ella, el saber que no la pude proteger como yo quería ahora me agobia.
Soy ChaeRin, hija mayor deuna pequeña familia, padres amorosos y una hermana encantadora, tengo veintitrés años y hoy estoy interna en el hospital psiquiátrico de Seúl aunque no está nada cerca de la ciudad, más bien, no está cerca de nada. Llegué aquí por mi cuarto intento de suicidio, tras mi enorme depresión por la muerte de mi hermana.
Los pasillos son desolados ¿Podría alguien ver la tristeza que envuelve eledificio? Estaba atestado de enfermeras y paramédicos que vivían en la parte residencial del lugar, apartado del hospital porque como todos saben, en algún momento algo malo podía suceder. Los guardias tenían una sonrisa fría en los labios, la resaca en el rostro y la amargura en el cuerpo, por eso preferí desde un comienzo, permanecer en mi cuarto hasta las horas de las comidas.
A los internos nosdieron un uniforme; un camisón largo a juego con unos pantalones demasiado holgados y que a muchos se les hacía enorme, como a mi por ejemplo. El color era de tono azulado oscuro, como cuando anochecía lentamente. El calzado entonces era opción de los internos, por ello, muchos estaban con pantuflas o con botines que hacían ver el traje aún más tétrico y extraño. A la hora de la comida, pasó unaenfermera, con canturreo lento para que saliéramos en orden, quería salir descalza, porque esa era una de mis aficiones, estarlo completamente me agradaba, sin importarme si me lastimaba.
Todo comienza de alguna manera supongo y en la eterna fila de la comida, recibí como almuerzo un engrudo que decían era arroz, con una sopa aguada de algas, era extraño que el aroma de la comida no fuera malo, pero elaspecto era terrible. De mala gana entonces me fui a sentar al fondo, lejos de todo, más cómoda porque no estábamos siendo separados por géneros como se hacía hace mucho tiempo. El salón era estéril, triste y amplio, para más de los que estábamos comiendo en ese instante.
Mientras yo trataba de comer la masa blanca grisácea, una muchacha se me acercó, tenía el cabello corto a un lado más que alotro y de un tono bastante peculiar. Ella me observó con una especie de nerviosismo y con una sonrisa tenue se sentó a mi lado después de yo decirle que no era problema. Me miró intentando tragar la pasta que era aquello, por lo que bajó la voz después de mirar a todas partes, como si las enfermeras que rondaban por las mesas de más allá pudieran oírla. –Tengo algo mejor…– Comentó ella con unalentitud increíble y voz tan suave que parecía un susurro permanente. Me negué entonces, por que parecía demasiado pronto como para aceptar algo que viniera de otra paciente del lugar, además, no la conocía, no tenía idea de cuales podían ser sus trastornos. Opté por ignorarla hasta que acabé atascándome con lo que era una masa grumosa dentro de la sopa, aparté aquello, intentando no devolver lo quehabía comido. Ella me miró con compasión y volvió a hablarme. –Es una manzana verde…– Aseguró con una sonrisa y con una agilidad increíble entonces sacó de una de sus mangas la fruta brillante. Le pregunté el por qué y ella me respondió con una sonrisa de oreja a oreja. –No tengo hambre. – Dijo y fue la primera vez en que miré sus manos, fantasmales y delgadas. Así entonces conocí a la chica,mayor que yo pero que no lo aparentaba en absoluto, crecida en Filipinas, hija segunda de tres hermanos y de una delgadez espeluznante, Sandara Park su nombre. Después de eso comenzamos a hablar más seguido, de hecho, aunque fuera el segundo día mío ahí, ella me intentó mostrar lo que podía. Supe que llevaba alrededor de tres años en ese lugar, que escapó una vez pero que la encontraron al poco...