Columna de hierro

Páginas: 10 (2261 palabras) Publicado: 16 de noviembre de 2011
C
ualquier parecido entre la República de Roma y la de Estados Unidos de América es puramente histórico, así como la similitud de la antigua Roma con el mundo moderno.
Aquel gran romano, Marco Tulio Cicerón, fue un personaje polifacético: poe¬ta, orador, amante, patriota, politico, esposo y padre; amigo, autor, abogado, her¬mano e hijo, moralista y filósofo. Sobre cada una de estas facetas desu personali¬dad se podría escribir un libro. Sus cartas a su editor y más caro amigo, Ático, conforman muchos de los libros de la Biblioteca del Vaticano, así como de otras grandes bibliotecas del mundo. Sólo su vida de político podría llenar una biblio¬teca y ha sido llamado el Más Grande Abogado. Sus propios libros son volumi¬nosos y tocan temas referentes a la ley, la ancianidad, el deber, elconsuelo, la mo¬ral, etc. Sólo su vida familiar ya merecería una novela. Aunque era un romano escéptico, era también muy devoto, un místico y un filósofo, que finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Augures de Roma y fue tenido en gran estima por el sabio Colegio de Pontífices. Su actuación como cónsul de Roma (un cargo parecido al de presidente de Estados Unidos) ya daría lugar a un gruesovolumen sin necesidad de referirse a su cargo de senador. Sus casos judiciales son famosos. Sus Orationes constituyen muchos volúmenes. Durante dos mil años los patriotas han citado sus libros con referencia a los deberes del hombre para con Dios y la patria, especialmente el De Republica. La correspondencia que intercambió con el historiador Salustio podría llenar varios tomos (Biblioteca delVaticano y otras famosas bibliotecas). Al final de este libro se incluye una bibliografía.
Sus cartas a Julio César revelan su naturaleza afable y conciliadora; su buen humor y a veces su irascibilidad y lo bien que conocía el extraño, sutil, festivo y poderoso temperamento de aquél, por no citar sus extravíos. Aun¬que eran de naturaleza tan diferente, como los «géminis»1, según dijo Julio César unavez, éste raramente logró engañarle, ¡a pesar de que lo intentó! «Sólo confío en ti en Roma», le confesó Julio en una ocasión. Ambos se es¬timaron a su manera, con precaución, cautela, carcajadas, rabia y devoción. Su relación es un tema fascinante.
El más caro y devoto amigo de Cicerón fue su editor Ático, y su co¬rrespondencia, que abarca miles de cartas a lo largo de toda su vida, esconmovedora, reveladora, tierna, desesperanzadora y engorrosa. Ático es¬cribía con frecuencia que Cicerón no sería apreciado en su época, «pero edades aún por nacer serán las receptoras de tu sabiduría y todo lo que has dicho y escrito será una advertencia para naciones aún desconocidas». Sus numerosas visiones sobre el terrible futuro (el que ahora afrontamos en el mundo moderno) las describe en suscartas a Ático. Estaba muy interesa¬do en la teología y filosofía judaicas, conociendo muy bien a los profetas y las profecías sobre el Mesías que había de venir, siendo además adora¬dor del Dios desconocido. Anheló ver la Encarnación profetizada por el rey David, Isaías y otros grandes profetas de Israel, y su visión del fin del mundo, que figura en los capítulos primero y segundo de Joel (versióndel rey Jaime) y Sofonías (versión de Douay-Challoner), es mencionada en una de sus cartas a Ático (Biblioteca del Vaticano) y, por cierto, describe al mundo en un holocausto nuclear. Su última carta, escrita poco antes de su muerte, es de lo más movida y relata a Ático su sueño de la visión de la Mano de Dios.
Cicerón se sintió particularmente impresionado por el hecho de que en todas lasreligiones, incluyendo la hindú, la griega, la egipcia y la israeli¬ta, existe la profecía de un Mesías y de la encarnación de Dios como hombre. Se sintió tan fascinado y esperanzado que en muchas de sus cartas especula sobre el Advenimiento y deseó, sobre todas las cosas, vi¬vir todavía cuando eso ocurriera. Su amigo judío (cuyo nombre no men¬ciona, pero a quien yo llamo Noë ben Joel) es citado con...
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