comentario de texto
La necesidad de proceder a la mejora continua de los sistemas educativos no admite duda alguna. Pero al mismo tiempo, parece obvio que las líneas fundamentales decualquier sistema han de tener la estabilidad necesaria, y que los cambios constantes en la legislación educativa que acompañan a cada cambio de Gobierno en nuestra historia democrática no favorecenprecisamente la calidad. Si además, y es el caso de la LOMCE, su estabilidad queda seriamente comprometida, como lo demuestra el acuerdo hecho público por la práctica totalidad de los grupos parlamentarios dela oposición, comprometiéndose a derogar esta ley, el panorama que se nos presenta no puede ser más descorazonador. Aun en el supuesto de que llegue a aplicarse, la denominada Ley Wert no durarámucho y no beneficiará en nada a nuestro sistema educativo.
Formulada como una apuesta por la calidad educativa y como instrumento para dar respuesta tanto al elevado índice de abandono escolar prematurocomo a los malos resultados de evaluaciones internacionales, puede acabar propiciando efectos opuestos a los que se propone.
Los índices de abandono y los resultados conseguidos en PISA sonenormemente dispares entre comunidades autónomas, y el marco legal es análogo. ¿No serán, pues, otros factores los que realmente están produciendo este desajuste? En un sistema en el que la organización ygestión está descentralizada, ¿no tendrá esto algo que ver?
Por otra parte, esta ley aborda una serie de cuestiones que poco o nada tienen que ver con los objetivos que se arguyen para justificarla yson motivo de conflicto. En una rápida y no completa enumeración: suprime el carácter de servicio público de la educación; debilita la enseñanza pública frente a la concertada; es percibida como decarácter recentralizador; las lenguas propias pueden dejar de ser vehiculares; equipara la evaluación externa –indiscutible- con las reválidas que, por su repercusión académica, no son el instrumento...
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