Comentarios de un maestro sobre una visita con sus alumnos al mercado.
Casi siempre los maestros nos andamos quejando de la poca relación entre escuela y la vida real y cotidiana de lacomunidad donde aquella se asienta. Pretendiendo romper con esta idea, planeé una salida, una incursión con mi grupo de 4° grado a un tianguis en un fraccionamiento cercano; el objetivo: observe, registre,discuta y comente lo referente a las “clasificaciones”.
Una vez saltada la barrera que nos separa del mundo, avanzamos rápidamente esperando aprovechar la mañana, pero primer contratiempo: no habíatianguis. Decidí regresar y los chamacos propusieron otro mercado en otra colonia; se sometió a votación y marchamos en busca del otro establecimiento. “Está aquí tras lomita” –de clan- y nunca imaginéque tras lomita fuera tan lejos, los compañeros se organizaron de tal manera que aquellos que podían controlar al grupo iban, unos, hasta adelante, y otros hasta atrás, dejándome a mí en medio delcontingente.
- Yo cuido al maestro, - dijo una niña.
- ¡Ah, gracias! Y a ustedes ¿quién los cuida? –repelé-
- No se apure, somos un resto…
No bien se vislumbró el mercado, los niños comenzaron aaglutinarse en equipos, pensé en aprovecharlos para darles las preguntas que yo llevaba preparadas, pero al acercarme oí a uno de ellos proponiendo una interrogante bastante interesante.
- ¿De dóndetraerán las cosas?
Me acerqué a los otros equipos y los vi haciendo lo mismo, todos planeaban investigar algo no por la observación, sino por la entrevista a los comerciantes del lugar. A mí me dio medio.- ¿No nos irán a correr?
Un ¡no! Conchudo y seguro de sí mismo se dejó oír, y entonces los dejé partir. Pronto, junto a mí no había más que un perro curioso y con hambre; en mi mano seguíasosteniendo la tarjetita con las tres preguntas. Seguí los pasos de mis alumnos y ¡horror de horrores! No había ningún equipo junto, como marcan las reglas de urbanidad, sino que todos empezaron por donde...
Regístrate para leer el documento completo.