comercial
Érase una vez un crudo día de invierno; a través de la ventana del establo y junto al pesebre lleno de paja, un caballito aztecaveía caer la nieve, mientras decía:
- ¡Vaya comida que me da mi amo! Prefiero la hierba fresca -y así trascurrió todo el invierno refunfuñando-.
Pero cuando llegó laprimavera y la hierba creció en abundancia, al caballo le duró poco la alegría ya que su amo cortó la hierba y posteriormente la cargó en el lomo del caballito hasta elgranero.
Entonces el caballito azteca pensó:
- ¿Cuándo llegará el verano y se acabará esta hierba?
Llegó el verano y con éste el calor, pero la suerte del animal nomejoró, pues entonces cargó el trigo.
El caballito sudaba y deseaba la llegada del otoño, ya que pensaba que sería lo mejor para él.
Pasó el tiempo y llegó elotoño. Pero entonces su amo, todos los días le ponía la albarda al animal y en el campo lo cargaban más y más.
El caballito azteca iba y venía de la casa a los campos y alrevés. Entonces pensó:
- El cambio de estaciones no ha mejorado mi vida, ¡ahora voy cargado de leña!... Ojalá llegue el invierno! Al menos en el invierno puedodescansar, y aunque sólo disponga de paja seca, estaré caliente en el establo, sin sudar y bien cobijado; seré feliz sin carga alguna.
Llegó el tan extrañado invierno y conél, todos los recuerdos de las anteriores penalidades, pero ahora la paja le sabía muy bien y pensaba que era bonita la vista de la nieve desde aquel establo.
Había dejadode ser un caballito azteca descontento, y ahora se sentía mejor con lo que era su vida.
El estar contentos con nuestra suerte, es el secreto de la felicidad.
Regístrate para leer el documento completo.