COMIENDO DEL CAPITULO 1 LORD ARTHUR
Realmente veíase allí una singular mezcolanza de personas. Arrogantes esposas de pares del reino charlaban cortésmente con virulentos radicales; predicadores populares se codeaban con inveteradosescépticos, y una banda de obispos seguía la pista, de salón en salón, a una corpulenta prima donna; en la escalera agrupábanse varios miembros de la Real Academia, disfrazados de artistas, y elcomedor se vio por un momento abarrotado de genios. En una palabra: era una de las más deslumbrantes reuniones de lady Windermere y la princesa se quedó hasta cerca de las once y media.Inmediatamente después de su marcha, Lady Windermere volvió a la galería de retratos, en la que un famoso economista explicaba con aire solemne la teoría científica de la música a un virtuoso húngaro,espumeante de indignación, y se puso a hablar con la duquesa de Paisley. Lady Windermere estaba maravillosamente bella con su esbelto cuello marfileño, sus grandes ojos azules color miosotis y sus espesosbucles dorados. Cabellos de oro puro no como esos de tono pajizo que usurpan hoy día la bella denominación del oro, sino cabellos de un oro como tejido con rayos de sol o bañados en un ámbar extraño;cabellos que encuadraban su rostro con un nimbo de santa y, al mismo tiempo, con la fascinación de una pecadora. Lady Windermere constituía realmente un curioso estudio psicológico. Desde muy joven...
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