como narraba la historia sagrada el maestro feliciano rios
NARRABA LA HISTORIA SAGRADA EL MAESTRO FELICIANO RÍOS
Conocí al
maestro Feliciano Ríos hace muchísimos años. Quizá fue por allá en mi “edad de
piedra”, es decir, cuando yo arrojaba piedras a los transeúntes en estas calles
natales. El era zapatero y tenía su establecimiento en la vecindad de mi casa.
Cuando yo me “mamaba” de la escuela (o “hacía novillos” como dicen ahora), me
iba a lazapatería del maestro Feliciano y allí pasaba las horas hasta que
calculaba que era tiempo de regresar a la casa. Un día estábamos en la
zapatería el maestro y yo. El echaba suelas a unos zapatos viejos y yo le ponía
las “presillas” a una “horqueta” de “nigüito”. Andábamos por lo mejor del
trabajo cuando pasó una “ñapanga” muy empingorotada, contoneándose mucho, y dejando
tras de sí una estela deperfume que embalsamaba la calle. Yo apenas levanté
los ojos al sentir el taconeo, como que aquello no me interesaba ni mucho ni
poco estando, como estaba, empeñado en la confección de la “cauchera”. No así
el maestro Feliciano: como movido por un resorte se levantó del asiento, tiró a
un lado la obra que tenía entre las manos y se lanzó a la puerta. Siguió a la
jamona con la vista hasta que se leperdió a lo lejos. Cuando regresó a su
asiento me dijo:
– Quien las ve tan empingorotadas, y
están en este mundo porque a nosotros nos dio la gana.
Yo volví
hacia el maestro mis ojos interrogantes, y él, entonces, me dio una lección de
Historia Sagrada que voy a transcribir textualmente, sin quitarle una sola
palabra:
¡Ya ve! (empezó el maestro
Feliciano), como son deorgullosas las mujeres, y sepa que están aquí en el
mundo porque a nosotros nos dio la gana. Porque nos dio lástima de ellas y le
dijimos a mi Dios que las hiciera. El no había pensado ni por un momento en
ellas. Este mundo estaba organizado para funcionar con hombres. Nada más que
con hombres. Pero Adán, de puro majadero, se puso a pedírselas a mi Dios. La
dijo que le diera una compañera, y vea la“nadita” que nos acomodaron encima,
después de lo sabroso que estábamos así solos.
Las cosas –continúo el maestro-
pasaron de esta manera: cuando mi Dios empezó a “montar” el mundo, es decir, a
“abrirlo”, creó a Adán y lo puso de mayordomo, estableciéndolo en el Paraíso,
que era el único “abierto” que en ese entonces había. Adán lo hacía todo, pues
el Señor no bajaba sino una vez a la semanaa darle vuelta a la “finca”. Se
venía los domingos por la mañana, a caballo, acompañado por un ángel para que
le abriera las puertas y le tuviera el estribo. El ángel andaba también a
caballo, y llevaba un capacho de sal y una botella de veterina en la cabeza de
la silla. Veían los potreros, recorrían los sembrados y daban vuelta a los
animales. Cuando encontraban alguna res con gusanos, el ángelse desmontaba, la
enlazaba, se arrancaba una pluma de la “cola”, la metía entre la botella y le
aplicaba la veterina. Luego seguían en sus quehaceres. Al medio día, cuando
hacía mucho calor, el Señor se bañaba en el Eufrates, que corría por allí
cerquita; en seguida echaban un “perrito” a la sombra, y por la tarde se
volvían al Cielo. Pero una tarde, cuando ya se iban a despedir, Adán, que
estabarecostado en el cañón de un manzano, le dijo al Señor:
– Yo que le iba a decir a usté una cosita, patrón…
Y el Señor,
pensando que Adán iba por cierto lado, le dijo arrebatándole la palabra:
– ¿Qué le mejore el “partido”?
¡Imposible! Ahora está la situación muy mala y, además, usted sabe que yo estoy
gastando un platal en el montaje de esto, y que hasta ahora no he vistoel
primer centavo. Espere un poco a ver si mejoran las cosas.
– No, si no es eso. Es otra cosa;
pero es que a mí me da mucha pena decirle a usté…-
y se puso a hacer rayas con la uña del dedo gordo de la mano en el cañón del
manzano.
– Pues diga a ver si se puede…
– Era que yo le iba a decir que…
que… a mi me da mucha pena, pero que…
– Diga,...
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