Comte
AUGUSTE COMTE
Significados de la palabra positivo
(Discurso preliminar sobre el espíritu positivo)
Considerada en primer lugar en su acepción más antigua y común, la palabra positivo designa lo real, por oposición a lo quimérico: en este aspecto conviene plenamente al nuevo espíritu filosófico, caracterizado así como consagrado constantemente a lasinvestigaciones verdaderamente asequibles a nuestra inteligencia, con exclusión permanente de los impenetrables misterios que la embarazaron, especialmente en su infancia. En un segundo sentido, muy próximo al precedente, pero distinto, indica el contraste entre lo útil y lo inútil: recuerda así, en filosofía, el debido destino de todas nuestras justas especulaciones en pro de la mejora continua denuestra condición, individual y colectiva en lugar de la vana satisfacción de una curiosidad estéril. Su tercer significado usual señala la oposición entre la certeza y la indecisión: indica así la aptitud característica de tal filosofía para construir espontáneamente la armonía lógica en el individuo y la comunión espiritual entre toda la especie, en vez de aquellas dudas indefinidas y aquellasdiscusiones interminables que necesariamente suscitaba el antiguo régimen mental. Una cuarta acepción ordinaria, frecuentemente confundida con la anterior, consiste en oponer lo preciso a lo vago: este sentido recuerda la tendencia constante del verdadero espíritu filosófico a obtener en todo el grado de precisión compatible con la naturaleza de los fenómenos y conforme con la exigencia denuestras verdaderas necesidades, mientras que la antigua manera de filosofar conducía necesariamente a opiniones vagas, por no implicar la indispensable disciplina y regirse por la sumisión a una autoridad sobrenatural.
Hay que subrayar, por último, una quinta aplicación, menos usada que las otras aunque igualmente universal: el empleo de la palabra positivo como lo contrario de negativo. En estesentido, indica una de las más eminentes propiedades de la verdadera filosofía, mostrándola especialmente destinada por su naturaleza no a destruir, sino a organizar. Los cuatro caracteres generales que acabamos de recordar la distinguen a la vez de todos los modos posibles —teológicos o metafísicos—propios de la filosofía inicial. Mas esta última significación, que indica una tendencia continuadel nuevo espíritu filosófico, ofrece hoy especial importancia para caracterizar directamente una de sus principales diferencias, no ya con el espíritu teológico, que fue, durante mucho tiempo, orgánico, sino con el espíritu metafísico propiamente dicho que jamás ha podido ser más que critico. Cualquiera que haya sido, en efecto, la acción disolvente de la ciencia real, siempre fue indirecta ysecundaria: su mismo defecto de sistematización ha impedido hasta ahora que pudiera ser de otro modo, y el gran papel orgánico que ahora se le confiere, se opondría en adelante a tal atribución accesoria y superflua. La sana filosofía rechaza radicalmente, es cierto, todas las cuestiones necesariamente insolubles; pero, al explicar tal repudio, evita negar algo respecto a ellas, pues ellocontradeciría a ese desuso sistemático que debe, por sí solo, acarrear la extinción de todas las opiniones verdaderamente indiscutibles. Más imparcial y tolerante para con ellas, en vista de su común indiferencia, que pudieran serlo sus opuestos partidarios, se atiende a apreciar históricamente su influencia respectiva, las condiciones de su duración y las causas de su decadencia, sin pronunciar jamásnegación absoluta alguna, ni aun tratándose de las doctrinas más antipáticas al estado actual de la razón humana entre los pueblos cultos.
El único carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que no hemos especificado aún dentro de la palabra positivo es su tendencia necesaria a sustituir en todo a lo absoluto por lo relativo. Pero este gran atributo, científico y lógico a la vez, es tan...
Regístrate para leer el documento completo.