Comunicacion afectiva en el hogar
- “No me importaría que mi madre muriera en este momento” Dijo, con voz enérgica y cortante, el jovencito de 15 años sentado en el consultorio del psicólogo, conla mirada evasiva sus ojos negros de pestañas risadas y cejas pobladas, disfrazaban de rudeza una tristeza profunda; su tez morena contrastaba con el azul de su uniforme escolar.
La severidad de suspalabras no impactó al psicólogo, había escuchado cosas mucho peores; sin embargo, se preguntaba, cómo alguien tan joven y agraciado, como ese chiquillo de barba incipiente, pudiera albergar tantoodio dentro de sí, muy a pesar de haber sido abandonado por su progenitora unos siete años atrás; harta de maltratos y riñas constantes con el esposo.
Se mostraba inquieto, moviéndose insistentementeen su asiento, adelante, atrás, a los lados, cruzaba las piernas y las descruzaba, evidenciando su deseo de salir de allí; lo tocaba todo mientras respondía con monosílabos; el lápiz, el borrador, elsacapuntas, incluso la libreta donde el profesional tomaba notas, pero nunca se quedaba con nada, sólo tocaba con la punta de sus dedos.
Su padre lo había llevado a la consulta pocos días después deuna fuerte disputa en la que hubo golpes y porrazos contra su hermano de 21 años, y contra él mismo cuando intentó separarlos; había sido tan fuerte aquella pelea que los vecinos llamaron a la policía.En la oficina de la LOPNA le exigieron ponerlo bajo tratamiento psicológico para el control de la ira.
La frecuencia con la que estos casos son atendidos en consulta muestra una grave realidad ennuestras familias de hoy día. Niños deprimidos, adolescentes con ideas de suicidio, incluso con intentos de hecho, se repiten cada vez más y más.
Otras frases textuales escuchadas en consulta loilustran: “Soy EMO, estoy muy triste y no sé por qué, quiero morir” (niña, 13 años) “Mis padres pelean y se gritan a cada rato, tengo miedo” (niño, 9 años) “¿Mi padre? Ese Señor no tiene nada que ver...
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