Comunidad
La mayor parte de los hombres del mundo fueron niños al nacer. Tal vez el “¡es un varón!” con el que los recibieron fue pronunciado aún antes del nacimiento, deducido de la forma puntiaguda de la panza de su mamá embarazada o puesto en evidencia por una ecografía. Quizás los otros varones de su familia bromearon acerca del tamaño de sus penes al verlos por primera vez en la pantalla;quizás esperaron hasta verlos en persona, envueltos en mantas, recién nacidos. A lo mejor recibieron el nombre de su papá o el de su abuelo, el de algún futbolista o cantante, el de un amigo o el de nadie –pero, en definitiva, recibieron un nombre que al ser pronunciado hará saber a todos y todas que se trata de un varón. Aunque, pensándolo bien, eso no sería necesario. Sus cuerpos crecerán, sevolverán fuertes y peludos; sus voces se engrosarán en la adolescencia, sus testículos y sus penes sellarán definitivamente la masculinidad que exuda el resto de sus cuerpos. Serán hombres, como un día fueron niños.
Algunos hombres, sin embargo, no fuimos niños al nacer. Antes de nacer, deducido por la forma redondeada de la panza de nuestras mamás embarazadas o evidenciado por una ecografía,nuestro género era femenino; y entramos al mundo anunciados por la afirmación “¡es una nena”! A lo mejor recibimos el nombre de nuestra mamá, de alguna de nuestras abuelas, el de una actriz, el de una amiga o el de nadie. Nuestros cuerpos crecieron, volviéndose suaves al tacto, y aprendimos que entre nuestras piernas reside aquello que sella la feminidad que exuda el resto de nuestros cuerpos. Peroaún así somos hombres.
Muchos rechazamos desde el principio ser tratados como niñas. Rechazamos los vestidos y las muñecas; rechazamos usar el pelo largo, y los lazos en el pelo. No quisimos “portarnos bien” y nos trepamos a los árboles, jugamos a la pelota, nos peleamos a trompadas con nuestros amigos del barrio. Rechazamos nuestros nombres femeninos, el lugar de princesitas que nuestrasfamilias nos tenían reservado, y anunciamos con firmeza que no seríamos mujeres aunque hubiéramos nacido como niñas. Muchos creímos morir cuando nuestro cuerpo empezó a feminizarse, cuando nuestros pechos crecieron y cuando comenzamos a menstruar. Pero no morimos: somos hombres.
Muchos aceptamos desde el principio ser tratados como niñas. Sencillamente no nos importaba. Aceptaos los vestidos y lasmuñecas, el pelo largo y los lazos en el pelo. Nos “portamos bien”, y jugamos tranquilamente en el patio de nuestras casas. Aceptamos nuestros nombres, y fuimos princesitas por un rato. Sabíamos, quizás, que no seríamos mujeres ni aunque hubiéramos nacido como niñas, o tal vez no lo sabíamos: qué más da. De todos modos crecimos, y somos hombres.
El cuerpo ha sido un tormento para muchos denosotros. Una pesadilla. Un error. Un enemigo que nos traiciona y con el cual, sin embargo, hay que vivir en buenos términos. Se trata del cuerpo que niega nuestra masculinidad y, sin embargo, el único cuerpo con el que contamos para expresarla. Entonces lo cambiamos –con vendas, con hormonas, con cirugías. Modificamos nuestros pechos y los convertimos en el pecho liso de un hombre. Nos libramos denuestros ovarios y úteros y dejamos que la testosterona corra poderosa por nuestras venas. Modificamos nuestros genitales y construimos penes grandes o pequeños. Somos hombres.
Para muchos de nosotros nuestro cuerpo es lo que somos. Una mezcla cambiante de posibilidades y de límites. Somos hombres, y nuestro cuerpo es por lo tanto, y desde un principio, el cuerpo de un hombre. Quizás lomodificamos, esculpiendo nuestra masculinidad con pasión. O la encarnamos así como somos porque, después de todo, somos hombres.
Muchos de nosotros nos enamoraremos desde el primer día de la maestra y de todas nuestras compañeras de clase. Tendremos novias y amantes, soñaremos y sufriremos amando a una o a todas las mujeres. Muchos de nosotros sentiremos, en cambio, una atracción irresistible hacia...
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