Con raquel
Diego ramirez
Evitando la bombilla y abstrayéndose de la luz de su mirada Raquel se resguardo sin
perspicacia tras la puerta. Los puñetazos contra la pared remarcaban el odio y una furia
que se acercaba acechándola. En aquel pequeño cuarto pocos pod an esconderse, pocos
se resguardaban y ella fue descubierta por sus pelos retorcidos y espon ados que a
pocos cent metros del marcode la puerta se pod an ver. De all fue halada hacia arriba,
puesta cara a cara, empu ada contra la pared y obligada a botar los suspiros que la
invad an. Un grito resonó en los adentros de la barriga del hombre amenazante que la
tomaba con una mano y sosten a con fi eza una mirada asquerosa contra su cuerpo de
media-mu er.
Sin más que miedo grabado en la cara Raquel abr a sus o os más quelos o ales del sayo,
un frio la habitó y a sus pies le falto suelo. Respiraba con fuerza y se sosten a en una
escena que no avanzaba, el suspenso la tomó por el pensamiento y pensó en salvarse,
por un segundo, por una estrategia, por un sólo plan que se le ocurriese. El peso de las
manos de aquel regordete fue poderoso, la sostuvo all mientras la olfateó esquina por
esquina hasta que despo ócon ganzúas el perfume del vestido. Nunca se detuvo y sin
pensarlo mucho la soltó. Cayó su cuerpo contra el suelo, despabiló y echo el susto entre
una cesta. Se acongo ó contra el rincón y contra o las piernas, se pintó la cara de
lágrimas negras y pasó sus manos por el pelo, miró hacia su frente antes de volver a
llorar y los colores del espacio parec an imposibles de saturarse más. Laventanita estaba
a medio abrir y la cortina permanec a inmóvil; el hombre aquel se hab a echado para
atrás.
Los minutos pasaron menospreciados hasta el retorno de su agresión, vino aquel y
arrebató su corta tranquilidad, la puso en frente suyo y apretó por los brazos, ese
apretón le sacaba aire por la boca, parec a una muñeca de trapo, un listón amarillo que
resbalaba con el viento que le sal aaquel por las narices. Le rasgó desde atrás el vestido
y le ba ó los trapos hasta la cintura. Un torso oven se desnudó, abierto a la vista
alumbró la piel blanca de sus pechos y una suave fragancia volvió a regarse como una
ficción descubierta y atravesada por la razón.
A ella se le ca an lagrimitas, los cabellos también se le desprend an, las amarguras se
hicieron morados en los brazos ysus suspiros sollozos no dec an nada. Por un momento
desconoció la razón de su paradero, de su lugar, de su estado. Perdió la feliz memoria,
se halló sin saber cómo hab a llegado all y sólo la imagen de un sueño la consolaba. Se
recordó frente al espe o, poniéndose ese vestido, quitándose una y otra vez el listón
amarillo de su pelo. La consoló una voz maternal en su cabeza y cuando desvanec aen
su fantas a un fr o la recorrió. Una lengua inmensa le tra o espantos, un fantasma la
besaba, una masa enorme con fauces se la llevaba a la boca como probándola. No
desistió y grito al techo que era su cielo más cercano. Parec a que ese era el lugar más
pequeño, el infierno más grande, el grito menos escuchado, la boca más callada y el
beso más húmedo. Detuvo el ritual otro empu ón contrala cama, cayo extendida y
sacudida.
All dio un pequeño giro y escuchaba n tidamente como la camisa del hombre aquel se
desarmaba, se quitaban los botones, se restaban los ropa es. Su saco negro ca a y el
cinturón ruidoso parec a vacilar. Ella frente a la puerta del baño se quedó paralizada, all
acostada, tirada. Se sent a colgada, como de un anzuelo, como de un fogón, como
quemada por elhumo y se abrazó silenciosamente. Entreabiertos sus o os vieron hacia el
baño un piso café, un baño mo ado, una luz estruendosa, la tuber a de cobre, el moho,
su listón amarillo.
De la tuber a se sal a el agua, del listón se prend a un mosco, alrededor persist a el
sonido de la ropa que se ca a de la carne que se prensaba sobre s misma en el cuerpo
titánico que la forzaba. Se retra o...
Regístrate para leer el documento completo.