Concepci n Maldonado Gonz lez El fondo de las palabras

Valladolid, 13 de noviembre de 1997


Edición no venal, publicada en Madrid, en 1997, por ediciones SM, fruto de una conferencia plenaria impartida en Valladolid el 13 de noviembre de 1997 en el IV congreso de educación y gestión, bajo el título “Importancia del uso del diccionario para una educación de calidad”.






IMPORTANCIA DEL USO DEL DICCIONARIO
PARA UNA EDUCACIÓN DE CALIDADConcepción MALDONADO GONZÁLEZ
Profesora en la Universidad San Pablo-CEU, de Madrid
Responsable del Departamento de Lexicografía de Ediciones SM









Eliminar del diccionario la segunda acepción de burro (persona ruda, de poco entendimiento) es la petición que ha hecho la Asociación Ecologista para la Defensa del Borrico, de Córdoba, al presidente de la Real Academia Española.

El texto nos puede hacersonreír, pero no es ninguna broma; es una noticia real publicada el 18 de mayo de 1991 en la sección de Breves de las páginas culturales del diario ABC, periódico de tirada nacional.

De hecho, la noticia nos hace sonreír. Nos lleva, incluso, a imaginar a otras hipotéticas asociaciones ecologistas levantando la voz, no ya para defender la supervivencia de distintas especies animales en peligro deextinción, sino para exigirnos a los hablantes la eliminación de determinados vocablos considerados ofensivos. Así, por ejemplo, una posible Asociación para la Defensa del Buitre Leonado, además de velar por la conservación de esta especie, podría exigir a la Real Academia que no incluya en la próxima edición de su Diccionario ese uso, cada vez más extendido, de la palabra buitre para designar noya a la persona que se ceba en la desgracia de otro (actual acepción 2 de esa palabra en el Diccionario académico). O qué decir de las muchas asociaciones de protección canina, y de su posible lucha por eliminar de nuestro vocabulario expresiones como llevar una vida de perros (una vida sumamente molesta y desagradable), o el uso de los calificativos perro/perra para todo lo que consideramos muymalo o indigno.

El planteamiento, insisto, nos puede hacer sonreír, pero no es ninguna broma. Demos un paso más. Apliquemos este mismo esquema a expresiones como trabajar como un negro, engañar como a un chino, disfrutar como un enano o hacer una judiada a alguien. E imaginemos que quienes nos reprochan esos usos son, respectivamente, un amigo camerunés, una compañera de trabajo de origen asiático,un varón que se libró del servicio militar por medir menos de 1’50 metros, o una persona de religión judía.
Probablemente ya no sonríamos. Lo más que haremos será disculparnos ante quienes nos recriminen el uso de esas expresiones por considerarse heridos y despreciados con ellas, argumentando que hoy ya para nosotros no tienen un uso despectivo, sino simplemente coloquial; argumentando, en suma,que no somos responsables de algo que hemos heredado como parte de nuestro patrimonio lingüístico…
Y parece evidente que tal argumentación carece de todo fundamento; todos hemos heredado también, como parte de ese mismo patrimonio, tacos, blasfemias e insultos zafios y soeces; y probablemente jamás -o muy pocas veces y sólo en situaciones tremendamente restringidas- los hayamos utilizado…Pensemos, por último, cómo nos sentimos los que tenemos cerca, en nuestras familias, un afectado por el síndrome Down cada vez que oímos como insulto cotidiano la palabra subnormal; o cómo valoramos -si es que llegamos a hacerlo- el hecho de que un niño llegue al llanto porque sus compañeros le llaman gafotas, o gordinflas (¿caemos en la cuenta de que lo que a ellos les duele es lo que a nosotros nosmolesta cuando alguien se refiere a nosotros, “excelentes abogados”, por ejemplo, llamándonos vulgares picapleitos; o cuando oímos que supuestos amigos nuestros nos llaman chupatintas por las horas que pasamos en el despacho realizando labores administrativas?)

Las palabras nos definen. Nos retratamos cada vez que nombramos la realidad con uno de los muchos términos que para ello nos ofrece el...