Concepto de significado
1. El concepto de significado
Una de las primeras dificultades con las que se topan los estudios de semántica es
la definición del concepto significado. Resulta difícil definir esta noción no solo por su
naturaleza inaprensible, sino también por su cercanía con otros conceptos que se utilizan en ocasiones de forma imprecisa (sentido, referencia, denotación, designación,
etc.). A esta dificultad contribuye igualmente el carácter multifacético del significado
(como se verá en las siguientes páginas, existen distintos tipos de significado
lingüístico: el léxico, el gramatical, el expresivo, etc.). Todo esto explica la diversidad de
propuestas que existen para caracterizar este concepto. De todas ellas, se estudiarán en este tema las teorías referencialistas, las teorías mentalistas, las teorías
conductistas y las teorías que identifican el significado con el uso.
1. 1. Teorías referencialistas del significado
Desde la perspectiva referencialista, el significado de la palabra es el objeto real al
que esta se refiere. Se establece, pues, una relación directa e inmediata entre el signo lingüístico y la realidad extralingüística. Las expresiones significativas son etiquetas y
su significado consiste exclusivamente en la entidad etiquetada. Desde esta
perspectiva, la única función semántica del lenguaje es nombrar las cosas (estar en
lugar de ellas; estas teorías son herederas de la concepción medieval del signo: aliquid
stat pro aliquo). Las expresiones lingüísticas con las que mejor parece encajar el
referencialismo son los nombres propios, como Saussure, Málaga o Venus.
Efectivamente, parece en principio que lo único que hacen estas expresiones es referir
una entidad, estar en lugar de una cierta persona, una determinada ciudad, o un
planeta concreto. Los nombres propios parecen ser el paradigma de expresión
lingüística cuyo significado se agota en la cosa nombrada. Pero si el referencialismo
encaja bien con los nombres propios, por contrapartida tiene dificultades con aquellas
expresiones que parecen hacer algo más que nombrar o referir una entidad. Las
expresiones que más claramente parecen hacer algo más que meramente nombrar un objeto son las descripciones definidas: expresiones como «el lingüista ginebrino», «la
ciudad andaluza», «el lucero matutino», o «el lucero vespertino». Expresiones como
estas, hacen algo más que nombrar un objeto: lo nombran de cierto modo, destacando
un aspecto del objeto nombrado. El nombre propio Venus nombra a Venus sin dar
ninguna información de ese objeto (salvo que se llama Venus). Sin embargo, la
descripción «el lucero matutino» nombra a Venus dando cierta información del objeto:
que es el último astro cuyo brillo desaparece del cielo visible por la mañana; y la
descripción «el lucero vespertino» nombra el mismo objeto dando otra información
1 diferente: que es el primer astro cuya luz aparece en el cielo visible al atardecer. En la
medida en que esa información se considere parte del significado, ambas
descripciones no pueden tener exactamente el mismo significado. Pero si «el lucero
matutino» y «el lucero vespertino» no tienen exactamente el mismo significado, ello
no puede explicarse apelando solo al objeto nombrado, pues es el objeto nombrado es el mismo en ambas descripciones. Estos ejemplos son un contraejemplo para la teoría
referencialista. Otro de los reproches más evidentes que cabría hacer a estas teorías es
que existen signos lingüísticos sin referentes, ya sea porque remiten a seres sin
existencia real (unicornio), ya sea porque su función es únicamente establecer
relaciones entre otros signos (en, y, aunque, ...
Regístrate para leer el documento completo.